Los que niegan la existencia de las clases sociales y de los privilegios de cuna tienen en este libro que presenta Capitán Swing una oportunidad magnífica para enfrentarse a un debate serio e, incluso, llegar a convencerse de que, efectivamente, estaban equivocados. Lo harán, además, a través de un elemento que parece banal o, en el mejor de los casos, no fundamental como es el callejero, es decir, los nombres que les ponemos a los lugares en los que vivimos. 

¿Qué dicen de nosotros? ¿Son más que un simple nombre, sin más valor que el de la reivindicación o la memoria? Pues, efectivamente, no. “El callejero”, de la norteamericana Deirdre Mask –que debuta en el sistema editorial con este ensayo tan bien escrito y con tanta información útil– aborda este asunto desde las perspectivas del desarrollo, los orígenes, la política, la raza y la clase y el estatus. Lógicamente, cada región del mundo es diferente y probablemente para Galicia no sean útiles todas y cada una de esas variables, pero hay aspectos que nos pueden valer, y mucho. 

Mask se centra en lugares como Haití, Kolkata, Roma, Londres Viena, Filadelfia, Corea, Japón, Irán, Berlín, Hollywood, San Luis, Sudáfrica o Manhattan para explicar por qué se llaman así algunas de sus calles. Finaliza con un lugar amplio que no es un lugar, que no tiene unas coordenadas definidas, el de los sintecho. 

¿Cómo se vive en un sitio que no tiene nombre –también en Occidente, claro– y qué significa exactamente? La autora hace un esfuerzo inconmensurable para abrirnos los ojos sobre esos otros indicadores de pobreza, racismo, discriminación y violencia –y connivencia con lo más atroz del pasado– y enseñarnos toda la verdad que esconde nuestro callejero. Lo disfrutarán, sin duda, por el empeño de una escritora que se estrena como tal.