la semana pasada “enriquecí” mi carpeta de noticias raras y curiosas incorporando una nueva que, si me la cuentan y no la veo publicada en medios serios, no la hubiera creído: “El Fiscal General del Estado y el ministro presidente de la Comisión Federal de la Integridad de Irak firmaron un Memorándum de Entendimiento por el que la Fiscalía española colaborará con las autoridades de Irak para impartir formación en la lucha contra la corrupción”.
Conociendo la trayectoria del imputado Fiscal, un castizo diría que es como poner al raposo al cuidado del gallinero. Por citar lo más reciente, el Tribunal Supremo (TS) acordó en octubre abrir una causa contra el Fiscal por un presunto delito de revelación de secretos en relación con la difusión de datos relativos a una investigación por delitos de defraudación tributaria y falsedad documental contra la pareja de la presidenta de la Comunidad de Madrid. La persecución de Díaz Ayuso fue urdida presuntamente por Moncloa con la colaboración del Fiscal.
Pero con anterioridad la Sala de lo Contencioso del mismo TS le acusó de “desviación de poder”, en román paladino “enchufismo”, y revocó el nombramiento de Dolores Delgado como fiscal de la Sala Militar del alto tribunal por haber saltado el escalafón. La misma Sala anuló otra designación de su predecesora como fiscal de sala de Derechos Humanos y Memoria Histórica por conflicto de intereses con el trabajo de su marido, Baltasar Garzón.
La mano de su amiga y mentora Dolores Delgado le ungió para llegar de forma meteórica a la cumbre del ministerio fiscal hace dos años y desde entonces se ha metido en numerosos charcos y polémicas sin que le importe la pérdida de la neutralidad y haber degradado una institución como la Fiscalía General del Estado hasta el punto de no presentar su dimisión después de haber sido imputado.
Por eso llama la atención que, con esta trayectoria sinuosa que le llevó a la imputación, firme ese Memorándum con las autoridades de Irak para enseñar allí como combatir la corrupción. ¿Con qué ejemplos ilustrará a los alumnos? ¿Les dirá cómo trabajar al amparo y en connivencia con el poder para sobrevivir?
Tras la firma de ese acuerdo con Irak, los comentarios de las redes sociales son crueles. “En España, dice un internauta, se valora como mérito tener un presunto delincuente como Fiscal General”. Otro aplaude el “pleno acierto, ya era hora de que un especialista en corrupción descubra los secretos para combatirla”. “¿Quién mejor que un imputado, un auténtico experto, para asesorar sobre esta materia?”, apunta un tercero. Plinio el Joven remata la faena diciendo con deliciosa ironía: “Xente con xente e o raposo cás galiñas, xa era hora de que exercera de docente sobre corrupción un individuo con experiencia”.
En fin, que a veces la lógica y el sentido común toman vacaciones.