Trece víctimas de un mismo maltratador de Ferrolterra entonan el "Me Too" en las redes sociales

El objetivo de estas mujeres es advertir a las demás sobre el comportamiento de un individuo que ya estuvo en prisión
Trece víctimas de un mismo maltratador de Ferrolterra entonan el "Me Too" en las redes sociales
Los y las periodistas de Diario de Ferrol, siempre al lado de las víctimas | Jorge Meis

“Nosotras no nos fuimos de su lado, nos escapamos. Cuando nos conocimos, nos dimos cuenta de que todas usábamos ese mismo verbo y no otro, ‘escapar’”. Berta Dopico Fajardo roza los 200 amigos en Facebook desde que aterrizó en la red social el pasado mes de diciembre con un doble  propósito: dar la voz de alarma a las mujeres sobre la existencia de un “maltratador persistente” en Ferrolterra y localizar a las que hayan sido ya sus víctimas


De momento, sus objetivos van camino de cumplirse y ya son trece las mujeres maltratadas a lo largo de 17 años por este individuo que se han encontrado gracias a este particular “Me Too” que les está sacando los colores una vez más a las instituciones:  “Ya que la justicia lo deja en la calle, al menos que el resto estén avisadas”, reivindican.

 

Dos penas de cárcel


Mujeres salvando a mujeres y creando una red de apoyo que fue determinante para que la última de las víctimas se sintiese segura a la hora de interponer la denuncia hace unas semanas. Se trata de la demanda número seis, al menos que ellas hayan constatado, porque podría haber más. Y es que Berta ha ido reconstruyendo casi dos décadas del dolor causado por este vecino de Ferrolterra que se mueve con total libertad.


Esta cronología de la barbarie machista comienza en 2007 y se prolonga hasta diciembre del pasado año. Entremedias, los nombres de al menos trece mujeres que convivieron con él en períodos que van desde los dos meses a los tres años. La pesadilla duró para ellas más o menos tiempo, pero sus secuelas todavía están presentes. Cuatro, además, fueron madres de sus criaturas, pero afortunadamente él no ha criado a ninguno de sus hijos.

 

 

Con tres juicios pendientes y cuatro órdenes de alejamiento en vigor, ya cumplió dos penas de cárcel por maltrato: una de cinco años que se quedó en tres, y otra de 11 meses. A mayores, ha estado condenado a realizar trabajos  a la comunidad.

 

Su “método de pesca”


Las redes sociales son su particular ‘pista de baile’ o, como lo llaman sus víctimas, su ‘caladero’, puesto que se refieren a su táctica como el “método de pesca”. “Él usa el Messenger de Facebook para mandar mensajes  y solicitudes de amistad a unas 50 mujeres de una sola vez, por ejemplo. De esas, suele contestar o aceptar alguna, y ya focaliza en ellas su conquista”, explican.


Lo que viene a continuación no es otra cosa que la sucesión de las fases del ciclo de la violencia de género que se repiten, con más o menos matices, en todas las relaciones de maltrato y convivencia con un narcisista, que empieza siendo un ser maravilloso para convertirse en un  monstruo: el control, los castigos, la destrucción de la autoestima, las violaciones, las palizas. Tensión, agresión, arrepentimiento. Y así hasta que se rompe la espiral.

 

Que lo mantengan


Sin un trabajo estable y una actividad económica mínima y poco profesional, busca en primer lugar que sus parejas tengan empleo y capacidad económica para mantenerlo. No se priva, además, de solicitarles préstamos para comprar todo tipo de cosas, incluidos coches, sin devolverles después el dinero. Tampoco las quiere con hermanos, porque así el aislamiento de sus víctimas y el control será mucho más sencillo para él. 

 

 

A partir de ahí, son muchos  tipos de violencia los que ejerce. Desde la psicológica, que posibilita todas las demás, hasta la física, pasando también por la sexual. “Además de múltiples prácticas dolorosas y no consentidas, era habitual que se quitase el preservativo durante las relaciones, sin decírtelo, porque su objetivo es dejarnos embarazadas cuanto antes para atarnos”, relatan, añadiendo que por ello también les contagió el virus del papiloma a varias de ellas.


Otra de sus rutinas era pedirles que durmieran con una cámara conectada que le permitiese verlas en directo, asegurándose de que no saldrían de noche de fiesta sin él. Por supuesto, “se enfadaba cuando no lo hacíamos o cuando no contestábamos a sus mensajes o llamadas”. Su ira también la demostraba en el coche, pisando el acelerador cuando iba al volante para amedrentarlas o tirando del freno de mano si ocupaba el asiento del copiloto. Y todo, “autoproclamándose aliado feminista y posando con la camiseta de ‘En negro contra as violencias’”, critican.

 

La “casa de los horrores”


Las visitas a sus centros de trabajo eran asimismo habituales, describen, amedrentándolas y dejándolas en ridículo; sin embargo, el escalofrío común a todas ellas aparece cuando hablan de la “casa de los horrores”, como llaman a la vivienda unifamiliar que posee él, donde las llegaba a encerrar con llave.


“Una de nosotras, que ni siquiera está en Ferrol porque puso tierra de por medio, se fugó de allí con lo puesto y pasó la noche en el monte, a la intemperie”, recuerdan sobrecogidas. A otra, durante su embarazo, “me pegó con una escoba, incluso delante de su madre, que no hizo nada por evitarlo”. En su otro domicilio, en el casco urbano ferrolano, echó a una de ellas a la calle completamente desnuda.

 

Contagiadas por él del virus del papiloma

 

Al menos tres de estas mujeres sufren además consecuencias físicas que las acompañan también después de “escaparse”. Se trata del Virus del Papiloma Humano (VPH) que les ha contagiado por negarse a utilizar métodos de protección a sabiendas de que es portador de estos agentes víricos que, si son de riesgo alto, pueden estar detrás de diferentes tipos de cáncer como el uterino, el de vagina (es responsable del 75% de los casos) o el de vulva (del 69%). 

 

 

De hecho, se calcula que ha sido determinante en unos 630.000 desarrollos de enfermedades oncológicas en todo el mundo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), causó 342.000 muertes en 2020. En este caso, es especialmente relevante que dos de las afectadas tuvieron que entrar en el quirófano para someterse a una cirugía que frenase la afectación del VPH, mientras la tercera continúa a tratamiento ginecológico. “Es otra de las secuelas que nos ha dejado el paso de este individuo por nuestras vidas”, destacan con resignación.
 

Por las que vendrán


Que no haya más mujeres que pasen por lo mismo suele ser una  de las motivaciones más poderosas de las víctimas de violencia machista para denunciar y, por supuesto, para poner en marcha los mecanismos que las redes sociales les brindan. Por eso siguen buscando a más damnificadas y por eso quedan todas las semanas: “No vamos a dejar a ninguna  sola. Iremos a los juicios. También hemos llamado a medios de comunicación para que retirasen programas donde salió este maltratador y entrevistas que le habían hecho, y nos hicieron caso”.


Conscientes de que comparten historia y de lo importante que es el apoyo mutuo, quieren que, como pidió Gisèle Pelicot, “la vergüenza cambie de bando”,  y que su generosidad sirva para librar a otras del “dolor” y el “vacío” que  todavía —pero por poco tiempo—  las hace llorar. Por eso, reivindican que exista “una lista pública de agresores persistentes, como ocurre en otros lugares del mundo cuando se trata de personas que no se han reinsertado, porque ahora mismo hay un ‘arma’ en la calle. Sabemos que está con otra pareja, a la que intentamos localizar, pero sería de gran ayuda para protegernos que el sistema diese un paso más, que nos ayudase a perder el miedo”. 

Trece víctimas de un mismo maltratador de Ferrolterra entonan el "Me Too" en las redes sociales

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