La odisea de Pedro Alonso tras ‘La casa de papel’: chamanes para cavilar el mundo

El actor gallego explora su viaje para sanar en una road movie espiritual y física por México para hacer pensar sin adoctrinar
La odisea de Pedro Alonso tras ‘La casa de papel’: chamanes para cavilar el mundo
El actor gallego reflexiona sobre su road movie ‘En la nave del encanto’ | Borja Sánchez-Trillo (Efe)

En el viaje homérico que el actor Pedro Alonso emprendió tras el pelotazo de ‘La casa de papel’ aparecen chamanes y peyote, curanderos y ayahuasca, hielo y agua. Y la espiritualidad, el miedo y la vida porque el documental que acaba de estrenar es una odisea en busca de una forma de reconectar(nos) con el mundo. 


‘En la nave del encanto’ se titula, y se puede ver en Netflix. Es una road movie por México, por un lado, y un viaje por ritos ancestrales, ceremonias chamánicas y sustancias alucinógenas, por otro. Una búsqueda en cualquier caso. Alonso (Vigo, 1971)ha escrito, producido y realizado y ha expuesto hasta su alma en este trabajo.


‘En la nave del encanto’ aborda un “tabú”: el consumo de sustancias vistas como medicinales en las culturas ancestrales mexicanas, pero mal vistas en las culturas modernas occidentales.

 

“Honestidad salvaje”


Era “fácil pasarse de frenada”, muy fácil “pontificar”, mucho más fácil querer erigirse en “nuevo gurú de la modernidad”. Alonso, sin embargo, quiso huir de todo esto, así que pensó y debatió con su equipo una fórmula adecuada. Una actitud. Una “honestidad salvaje”. 

 

 “Si no lo hacía, estaría estrechando los márgenes de la conversación”, señala. ‘En la nave del encanto’ es el viaje interior-exterior de Alonso. “Yo hablo de mí en primera persona, pero la conversación es universal. La idea es que el espectador sea uno más dentro del círculo y que tenga la sensación de que no solo es interpelado, sino de que se le pide un compromiso”, reflexiona.  


Porque esta road movie plagada de temas rock e indie pop no va de drogas. Las ceremonias no solo abordan la inmersión en los mundos alternativos a los que llevan las plantas alucinógenas. Hay mucho más, exclama Alonso. 

 

“Son ceremonias rituales de respeto, nunca con ánimo recreativo. Estamos ahí con una finalidad de conocimiento, de conexión”, arguye antes de proclamar: “No quiero caer en decirle a un chico ‘vete a meterte una ayahuasca y verás qué guay’. No procede. Buscamos vías meditativas para desmontarnos”.

 

 En este lado del mundo, apunta, “se dice a los chicos y chicas que sean competitivos, que sean un modelo y que facturen por ello”. “Estamos reforzándonos en nuestra mirada occidental, viendo el mundo desde una atalaya mientras nos volvemos locos”, añade el intérprete gallego.


Alonso comenzó a transitar este camino de sanación a raíz de una “depresión severa”, tras cumplir 30.  “A mí me ha hecho muy bien, pero hay que tener cuidado. Esto está en los márgenes. Yo no me iría con un tipo que me pide ir en su Fórmula 1. Es importante la preparación y el magisterio del especialista. Todos hemos vivido experiencias con las drogas. La gente se pone ciega con drogas oficiales mientras exige a su hijo que no lo haga”, ahonda.


Pero nada de consignas ni dogmas. Se trata de que cada uno se reconecte consigo mismo. 

La odisea de Pedro Alonso tras ‘La casa de papel’: chamanes para cavilar el mundo

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