Bélgica acogerá a partir de 2019 los estudios de cine acuáticos interiores más grandes de Europa, un proyecto en construcción desde mayo del año pasado que será escenario de complejos rodajes en agua y cuenta con una inversión de 23 millones de euros.
La idea es de un camarógrafo profesional Wim Michiels, fundador de una empresa de alquiler de material cinematográfico y especializado en grabaciones submarinas que, tras varios años al frente de su empresa, Lites, decidió embarcarse en este proyecto de gran complejidad técnica. Bélgica es más bien escenario de noticias, sobre todo políticas, pero sus encantadoras ciudades, especialmente en Flandes, fueron también objeto de ficción en numerosas películas, una faceta que puede desarrollarse en los próximos años con este nuevo proyecto audiovisual. Ciudades como Brujas (”Perdidos en Brujass”, con Colin Farrell y Ralph Fiennes), Gante (”Monuments Men”, dirigida por George Clooney) o Bruselas (”Grace”, “El quinto poder”) fueron ya escenarios para el cine internacional, que podrá encontrar un nuevo destino en Vilvoorde, pequeña localidad del Brabante Flamenco, a las afueras de Bruselas.
Desde los estudios, entre el ruido y el polvo de los acelerados trabajos de construcción, Michiels defiende que “Bélgica es un lugar ideal para hacer películas”, con considerables ventajas fiscales para los productores internacionales, y que, “aunque no lo parezca, hay un gran mercado para las producciones acuáticas”. Prueba de ello es que cinco meses antes de su inauguración (prevista el 2 de enero) esta nueva “ciudad del cine” belga tiene apalabradas veinte producciones con escenas submarinas, de Estados Unidos, Canadá y Europa, ninguna de ella española, asegura el camarógrafo.
Lites cuenta para el proyecto con un socio privado y con el banco BNP Paribas, además de con una dilatada lista de proyectos cinematográficos, entre ellos varias series de la BBC y una cinta española, “La chispa de la vida” (2011), de Álex de la Iglesia, protagonizada por Salma Hayek y José Mota. El proyecto tendrá tres estudios, dos de ellos pensados para rodar escenas acuáticas, de 1.200 y 1.700 metros cuadrados; el más ambicioso tiene una fosa de 9 metros de profundidad con capacidad para “6 millones de litros de agua climatizada”, explica.
Naufragios, inundaciones, tormentas salvajes o escenas “casi siempre dramáticas”, reconoce, desde ahogamientos a batallas navales, se podrán rodar en este recinto. En la gran fosa de agua los cineastas podrán recrear tramas de gran complejidad técnica gracias a la posibilidad de instalar toboganes con capacidad para canalizar hasta 18 toneladas de agua o recrear olas gigantes, “algo más difícil de filmar en estudios exteriores”, defiende el impulsor del proyecto.