El monasterio de Santa Catalina de Montefaro, en Ares, fue escenario ayer de la última jornada de un taller de iniciación a la elaboración de relojes solares organizado por la Asociación de Amigos del cenobio. Como toda construcción medieval que se precie, el monasterio también tuvo su propio reloj de sol. Así lo cita Ángel del Castillo en un escrito realizado en 1864 en el que constaba la existencia de este instrumento en el claustro reglar. Fue precisamente en esta misma ubicación donde los participantes en el curso, una quincena de personas, construyeron en la jornada de ayer un reloj según las coordenadas del lugar.
“La idea surgió a propuesta de la presidenta de la asociación, Celsa Formoso, que el año pasado ya promovió en el museo de la Sociedade Galega de Historia Natural un curso similar y dado el interés que causó decidimos repetir ahora en el propio monasterio”, explica Lorenzo Capllonch responsable de impartir la iniciativa.
Para este arquitecto técnico y licenciado en Derecho jubilado, la astronomía y la aplicación de los fundamentos del movimiento de la tierra y el sol a la hora de medir el tiempo es “pura afición, no tengo fundamentos sólidos en esta vertiente científica ni estudios académicos”. Un hobby que lo ha llevado a crear un programa informático para la realización de estos relojes solares –tanto verticales como horizontales– que ayer repartió entre los asistentes al curso que podrán ahora en sus propias casas medir el paso de las horas a través de estos instrumentos.
Y tras abordar una primera jornada más teórica, ayer los “alumnos” tuvieron la ocasión de recrear sobre papel sus propias piezas y comprobar su funcionamiento. “Comprobé gratamente que a la gente le llama la atención esto, aunque hoy en día un reloj de estas características no tiene ninguna relevancia práctica, pudiendo comprarse relojes de pulsera a 20 euros que nos dan con exactitud la hora”, comenta Lorenzo Capllonch.