Muchas veces los políticos suelen cometer errores de gran calado cuando pretenden con sus manifestaciones ocupar ese minuto de gloria periodística en la televisión, en la prensa escrita y en las redes sociales, o subir al limbo de las ondas radiofónicas. Estoy más que cansado de ver cómo sus declaraciones son producto de una irreflexión sin importarles lo que puedan acarrear. Son aseveraciones, afirmaciones que suelen calar ante el electorado, en el público en general, sin pensar en las consecuencias que puedan ocasionar, sobre todo cuando se refieren a un tema concreto y que puede afectar a millones de personas como en el momento actual es la incidencia que tiene sobre la población la COVID-19.
La última en subirse a este grupo de los políticos irresponsables con sus manifestaciones negativas y muy temerarias ha sido la ministra de Industria, Reyes Maroto, cuando sin haber reflexionado ni medido su alcance hablaba de que podríamos recuperar los movimientos de cara a la Semana Santa. Una gran irresponsabilidad si pensamos que cuando hizo estas declaraciones las UCIS estaban rebosantes de pacientes, los sanitarios al límite y con unas cifras que rozaban el millar de afectados por cada cien mil habitantes, y crecía de forma alarmante el número de muertos. Esa irresponsabilidad de la ministra Maroto se puede unir al conjunto de los despropósitos de nuestros políticos cuyo ranquin encabeza el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez con sus famosas frases: “Ya hemos vencido al virus”, y el verano finalizó con grandes contagios, o “salvemos la Navidad”, con una nueva ola de infectados que llenó y llegó a desbordar nuestros servicios sanitarios.
El político tiene que pararse a reflexionar y pensar que está jugando con nuestras vidas y nuestro futuro. Su trabajo, para el que ha sido elegido o colocado de manera digital, debe centrarse en hacer el bien y mejorar la vida de las personas de las que son depositarias de sus votos. La irresponsabilidad no debería estar premiada con esa jugosa nómina mensual que cobran y que la gran mayoría de ellos no se merecen.