El paraíso perdido

Este es el título con el que la Real Filharmonía de Galicia presentaba el pasado jueves su concierto semanal de abono bajo la batuta de Paul Daniel y en el que se interpretaron las obras Dark, with excessive bright de la estadounidense Missy Mazzoli; Gratulantes, de la ferrolana de adopción Sofía Oriana Infante y la Sinfonía nº 8 en Sol Mayor, op. 88 de Dvoràk. Sonidos desgarradores en la profundidad del contrabajo de Carlos Méndez en la primera obra, para continuar con Gratulantes, inspirada en la celebración del Año Xacobeo y en la pieza homónima atribuida al Maestro Goslenus y recogida en el famoso Códice Calixtino, el manuscrito del S. XII que recoge entre sus libros monodias del gregoriano e incipientes piezas polifónicas en lo que fue el origen de la verticalidad musical. El melismático Gratulantes se presenta transformado por la autora que define así su creación: “La fuerza enérgica de las cuerdas aporta texturas densas y agrias, que contrastan con el carácter alegre y festivo de los vientos. El oyente percibe influencias compositivas muy distintas con referencias simbólicas personales ocultas”. Decía Vítezslav Novák que hay compositores que son en sí mismos instrumentos de la música, saturados de su propia hermosura, entre ellos, Dvorák, el principal exponente del nacionalismo checo capaz de ofrecer sofisticados y espectaculares compases, incorporando elementos del folklore tales como los ritmos sincopados de danzas populares. En esta ocasión escuchamos su Sinfonía en Sol Mayor a través del Allegro con brío, el Adagio, conmovedoramente expresivo; el allegretto grazioso y el allegro ma non troppo, fundamentado en variaciones sobre motivos folklóricos. Un brillante concierto en el que una vez más la Real Filharmonía dejó bien alto el pabellón musical de Galicia.

El paraíso perdido

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