Hoy viernes, con el patrocinio de “Fuco Buxán” y “Memoria Histórica Democrática” se estrena entre nosotros, a las 20.00 h., en la Fundación Caixa Galicia, el último documental de Xosé Abad, autor de trabajos tan significativos en este campo como “O Segredo da Frouxeira” (2009), “Isaac” (2007) o su triple testimonio sobre la tribu peruana de los Asháninka, a finales de los 90.
El punto de partida de “A Pegada dos Avós” no puede ser más apasionante: un grupo de adolescentes mira hacia atrás sin ira, en busca de respuestas acerca de quiénes fuimos y en lo que nos hemos convertido (les va el futuro en ello). Se lo van a preguntar, directamente, a los abuelos, testigos de un tiempo de silencio, pero también de clamor y rebeldía frente a la dictadura. Entre los testimonios, el de Gabriel Toimil, hijo de Amada García, fusilada por el franquismo tras su nacimiento.
Del Abad fotógrafo, admiro profundamente su exposición “(m)2”, en torno a madres e hijas en la Galicia de hoy, una vez más en colaboración con Sandra G. Rey, fotógrafa, realizadora y editora.
He tenido la suerte de conocer de cerca a Xosé Abad, quijotesco en cuanto a geometrías y portador de esa luz, esa aura de persona total en carne viva, que acompaña a los artistas verdaderos, comprometidos con su tiempo.
Lo colectivo en su obra, desde el momento mismo de su planteamiento, creo que constituye otra de sus señas de identidad. En los ojos abiertos a la realidad de la cámara Abad caben y brillan multitud de miradas que preguntan y responden; pero también, frailes de su convento, muchas manos amigas, desde diversos frentes, que hacen posible la llegada a buen puerto del proyecto artístico. “A Pegada dos Avós”, miel sobre queso fresco y bizcochada (lo de la hojuela, no lo tengo yo tan claro…), me pilla recién ingresado en el gremio venerable. En el mundo que va a vivir Catalina Pequeña –tiene tres meses ya y regala sonrisas y berrinches con idéntico entusiasmo–, las huellas que nos viene dejando Xosé Abad señalan el camino, a través de un espejo donde todos nosotros nos vemos reflejados.