Viendo las imágenes del escáner de la carta con las balas que recibieron Pablo Iglesias, Fernando Grande-Marlaska y María Gámez es inevitable preguntarse si había alguien mirando la pantalla. Porque de haberlo es inexplicable que no le pareciesen sospechosas esas formas. ¿Qué creía que eran, ceras de colores muy afiladas? Desde Correos ya han iniciado una investigación y han pedido que se despida al vigilante incapaz de identificar los proyectiles. Porque la cosa es seria. No esta amenaza en concreto, que también, sino la idea de que dentro de un envío postal puede colarse cualquier elemento peligroso sin que salten las alarmas. Los propios sindicatos de Correos se extrañan de la negligencia, especialmente, cuando desde la época de la ETA se establecieron medidas de seguridad para detectar envíos sospechosos. O alguien no estaba haciendo su trabajo o, lo que es más preocupante, no sabía hacerlo.