Siete investigadores -cinco hombres y dos mujeres-, que desarrollaron en un tiempo récord algunas de las vacunas contra la covid-19 que han frenado en poco más de un año una pandemia que paralizó el planeta, han sido distinguidos hoy con el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica.
Según el acta del jurado, presidido por el físico español Miguel Echenique, los trabajos de los siete premiados -la bióloga húngara Katalin Karikó, el inmunólogo estadounidense Drew Weissman, los doctores alemanes Ugur Sahin y Özlem Türeci, el biólogo canadiense Derrick Rossi, la vacunóloga británica Sarah Gilbert y el bioquímico estadounidense Philip Felgner- constituyen un excelente ejemplo de la importancia de la ciencia básica para la protección de la salud a escala global.
Al premio optaban 48 candidaturas de diecisiete nacionalidades y a juicio del tribunal, los científicos distinguidos han conducido, con sus largas trayectorias en investigación básica, a innovadoras aplicaciones como la obtención, en un tiempo extraordinariamente corto, de vacunas efectivas para luchar contra la pandemia de la covid-19.
Además, incide en que tanto el desarrollo de la tecnología novedosa del ARN mensajero, como la producción de vacunas basadas en adenovirus, abren un camino de esperanza para su uso frente a otras enfermedades a partir de un trabajo de muchos años, realizado de forma independiente y desde diferentes estrategias y que tiene como blanco común a la proteína "S", presente en la superficie del coronavirus que facilita su unión y entrada a las células.
Su candidatura fue propuesta por el biólogo británico, Peter Lawrence, Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica 2007 junto a su homólogo español Ginés Morata, y contó con el apoyo mayoritario de un jurado que precisamente, como consecuencia de la pandemia mundial, ha llevado a cabo hoy sus deliberaciones de forma telemática.
El bioquímico Philip Felgner es un pionero en el uso de "microarrays" de proteínas para entender cómo responde el sistema inmunitario a diferentes microorganismos infecciosos mientras que la bióloga húngara Katalin Karikó, considerada la madre de las vacunas basadas en el ARN mensajero, ha trabajado en su desarrollo junto al inmunólogo Drew Weissman, tras comprobar que esta molécula provocaba fuertes reacciones inflamatorias porque el sistema inmunitario la detectaba como intrusa.
Ambos introdujeron pequeños cambios en la estructura del ARN para que estas reacciones no tuvieran lugar, un avance que sentó las bases para el uso de terapias de ARN y cuyos resultados sirvieron a Ugur Sahin y Özlem Türeci (BioNTech) y Derrick Rossi (Moderna) para el desarrollo de las vacunas basadas en ARNm que actualmente han sido aprobadas contra la covid-19.
Su uso, además se puede extender a diferentes áreas de la medicina como el cáncer, las enfermedades autoinmunitarias o la regeneración de tejidos.
Por su parte, la vacunóloga Sarah Gilbert ha sido otra de las personas que han trabajado para conseguir la vacuna de Oxford/AstraZeneca, basada en un adenovirus que se utiliza como vector para introducir en las células el ADN que codifica la proteína S estimulando la respuesta inmunitaria.
"Juntos hemos marcado la diferencia", ha afirmado Gilbert tras conocer la concesión de un galardón que les llega tras un 2020 que arrancó con una pandemia que cambió la vida y la economía del mundo y que, poco más de un año después de que el Premio de la Concordia distinguiera a los sanitarios españoles por su lucha contra la covid-19, se cierra con la demostración de la capacidad de la ciencia para hacerle frente, ya con vacunas, en un corto periodo de tiempo.
El galardón recayó el pasado año en los cuatro matemáticos cuyas investigaciones dieron soporte a la era digital -los franceses Yves Meyer y Emmanuel Candès, la belga Ingrid Daubechies y el australiano Terence Tao- y, en ediciones anteriores, fueron premiados, entre otros, las bioquímicas Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna; los químicos Avelino Corma, Mark E. Davis y Galen D. Stucky y los físicos Peter Higgs y François Englert.
El de Investigación es el séptimo premio en fallarse de los ocho que concede la Fundación Princesa de Asturias tras los otorgados al escritor francés Emmanuel Carrère (Letras), a la artista serbia Marina Abramovic (Artes); a la escritora estadounidense Gloria Steinem (Comunicación y Humanidades); al economista indio Amartya Sen (Ciencias Sociales); a la nadadora paralímpica española Teresa Perales (Deportes) y a CAMFED, la organización que busca erradicar la pobreza en el África subsahariana mediante la educación (Cooperación Internacional).
Cada Premio Princesa de Asturias, de los que sólo falta por conocerse el de Concordia cuyo fallo se dará a conocer el próximo 30 de junio, está dotado con una escultura de Joan Miró -símbolo representativo del galardón-, un diploma acreditativo, una insignia y cincuenta mil euros.