Desconozco si el presidente de la Junta de Andalucía está preparando el terreno para convocar elecciones. Pero anda en los últimos días, en declaraciones públicas y a través de las redes sociales, reivindicando que en sus dos años y medio de gobierno ha rebajado los impuestos a sus ciudadanos y ha conseguido que Andalucía esté entre las cinco comunidades autónomas con menor presión fiscal. Algunos políticos creen que la rebaja de impuestos es un anzuelo eficaz para pescar votantes y llevan su discurso tan lejos que dibujan la contribución fiscal como una carga injusta para el ciudadano en vez de presentarla como la vía más eficaz para redistribuir la riqueza y para sostener el estado de bienestar. Pero ese es otro debate.
Lo curioso en este caso es que, para sostener sus tesis, el PP en Andalucía está mostrando algunas medidas concretas que ha impulsado Moreno Bonilla. Y una es especialmente sorprendente. Con el lema “Andalucía baja impuestos”, cuentan que “un matrimonio que gana 80000 euros y apunta a su hijo a una academia de inglés e informática que cuesta 90 euros al mes, podrá deducirse 108 euros en su declaración”, cuando con el PSOE no existía esta deducción. Seguramente, con más recursos para la educación pública ninguna familia tendría que pagar esta formación extraescolar para sus hijos, salvo excepciones. Pero bueno, ya puestos, cabe plantearse si una pareja que ingresa 80000 euros al año necesita esta deducción.
Alguien debió de darse cuenta de la considerable cifra y el PP de Andalucía lanzó otro tuit advirtiendo que “un matrimonio que gana 20000 euros al año también se deduciría 108 euros”. Quisieron arreglarlo y lo empeoraron, porque si una de las condiciones de cualquier política fiscal debe ser la progresividad, no se entiende que una familia acomodada se desgrave exactamente lo mismo que otra que ingresa cuatro veces menos y que tendría que hacer muchos números. Pero no queda ahí la cosa. La cuestión es que una pareja que tenga unos ingresos de 20000 euros anuales no está obligada a presentar la declaración, salvo para que le devuelvan lo retenido. Y si no estás obligado a pagar, es difícil que te puedas deducir nada. Es decir, la medida que se vende con trompetería no es más que una deducción fantasma. No sabemos si tras el despropósito se esconde la ignorancia de quien la formuló o la intención de engañar a los ciudadanos. Ninguna de las dos opciones tranquiliza.