Hace noventa años, las mujeres españolas vieron reconocido su legítimo derecho al sufragio. Fue crucial el papel de la diputada Clara Campoamor, que actuó como voz de la conciencia en un hemiciclo ocupado por 470 diputados y en el que solo había otra mujer en el momento del debate, Victoria Kent. Campoamor logró que España fuese por primera vez en la historia una democracia plena.
Y en virtud del extravagante decreto que permitió a las mujeres ser elegidas pero no elegir, se convirtió en la única mujer en la historia del sufragismo mundial que defendió este derecho desde una tribuna parlamentaria.
Su figura, oscurecida por una dictadura que la mantuvo en el exilio hasta la muerte, fue reivindicada por organizaciones feministas en democracia.
Hace cuarenta años, medio siglo después de la aprobación del sufragio, colocaron en su recuerdo una placa de mármol en la desconchada fachada del edificio donde tuvo su despacho de abogada, en la madrileña plaza de Santa Ana, a mitad de camino entre la casa en que nació, en el actual barrio de Malasaña, y el Congreso, en donde protagonizó aquel histórico momento.
La placa ha desaparecido. Nadie sabe cuándo y nadie se ha dado cuenta de su ausencia. En alguna de las dos reformas del edificio alguien decidió retirarla y ninguna persona reclamó reponerla tras las obras. Ni quien dirigió la reforma ni los vecinos del inmueble ni el Ayuntamiento. Tampoco denunciaron la ausencia las mujeres que impulsaron su colocación.
Puede parecer una anécdota, pero ilustra muy bien en qué territorio de la memoria tenemos situado a esta mujer excepcional, entre el olvido y la ignorancia de muchos. Durante mucho tiempo su figura no apareció ni en enciclopedias ni en libros de texto. Hace diez años, se intentó rodar en el Congreso la película sobre el debate, La mujer olvidada, y la cámara presidida por José Bono no dio permiso para hacerlo. Se tuvo que rodar finalmente en el Parlamento de Cataluña.
La anécdota de la placa desaparecida es uno más en la larga lista de olvidos. Ahora ya sabemos que la placa voló. Si no se repone, los responsables no podrán escudarse ya en la ignorancia.