Aunque era ya difícil escapar a su mirada para los paseantes del barrio de A Magdalena, la nueva cara de la calle de la Iglesia a la que dio nombre ha relanzado a San Julián como uno de los símbolos de Ferrol. El pasado 9 de marzo se cumplieron 65 años desde que el papa Juan XXIII decretó la bula que la convirtió en concatedral y, de paso, hizo que Mondoñedo compartiera sede diocesana con la ciudad naval. Meses después, el 14 de agosto de 1959, se celebraba la primera misa con este nuevo rango, un acontecimiento festejado por todo lo alto. Ahora, aprovechando la efeméride y también la necesaria restauración que se ha acometido en el templo, regresamos a la hemeroteca.
Habiendo ya una catedral en Mondoñedo, a San Julián se le otorgó el título de concatedral por parte de la Santa Sede, albergando eso sí todos los derechos y privilegios de las iglesias catedrales. Heredera de la antigua iglesia parroquial dedicada al patrono que las obras del foso del Arsenal condenaron a la ruina en Ferrol Vello, fue el ingeniero Julián Sánchez Bort quien concluyó su proyecto en 1763 inspirándose en la iglesia de San Andrés Avelino de Roma, aunque no fue hasta 1765 cuando obtuvo la aprobación para empezar las obras por Real Orden. La primera misa se celebró en el nuevo templo ilustrado en 1772 y desde entonces ha permanecido abierta.
El 15 de agosto de 1999, Diario de Ferrol publicaba un completo reportaje recordando que se cumplían cuatro décadas desde la bula papal, constatando que aquello se había celebrado en la ciudad con “actos que revistieron la natural trascendencia y fueron objeto de una especial celebración”. Destacaban que una placa rememoró después una “reinauguración” a cargo del dictador Francisco Franco y su mujer, que acudió con varios ministros y el por entonces alcalde de Ferrol, José María López Ramón.
Desde el Concello se comprometió entonces la construcción de “una importante plaza en el Ensanche” dedicada al papa Juan XXIII que finalmente no se ejecutó como tal y pedían a la ciudadanía que “engalanaseis vuestros balcones y acudáis al Tedeum que será oficiado a las ocho de la tarde”, además de tomar parte de una comitiva que saldría posteriormente a la plaza de Alborán —hoy de Armas— para rendir “cariño y gratitud” al obispo de la Diócesis, que era Jacinto Argaya Goicoechea en 1959. También aprobó la Corporación la concesión de subvenciones a las entidades sociales para dar a sus usuarios una “comisión extraordinaria”.
El 14 de agosto, coincidiendo con la primera misa para estrenarse como concatedral, desde las ocho de la mañana hubo recorrido musical por las calles a cargo de las bandas de cornetas y tambores del Regimiento de Artillería de Costa, de la Infantería de Mérida y de la factoría Bazán. A las 12.00 horas repicaron todas las campanas de las iglesias ferrolanas, se dispararon bombas de palenque, y a las 20.00 horas se celebró “el solemne Tedeum en la Con-Catedral (sic) de San Julián” con una “multitud abarrotando el templo en medio de un impresionante silencio para leer la Bula”.
Despojada ya de los andamios, San Julián luce como debería hacerlo el templo de referencia en la ciudad, al que se ha mimado también desde el área de Urbanismo del Concello de Ferrol, reservando la losa histórica para cubrir las dos aceras en el tramo de la manzana que ocupa en la calle de la Iglesia y no únicamente una como en el resto del trazado, haciéndonos viajar en el tiempo para visualizar el mismo Ferrol que vieron nuestros antepasados.
Fruto de la colaboración entre la Xunta de Galicia y la Diócesis Mondoñedo-Ferrol se invirtieron el pasado año 450.000 euros con los que se consiguió revertir el deterioro de su torre norte, además de recuperar dos de sus elementos más característicos: la veleta y el histórico reloj obra del ferrolano Andrés Antelo, el mismo que firmó el mecanismo que sigue dando la hora en la Berenguela de Santiago. A ambos les dedicó Diario de Ferrol sendos reportajes en 1999, hablando primero de la pieza de metal que corona ambas torres y que señala la dirección del viento mediante la réplica de un sable y una palma, simbolizando el martirio de San Julián y colocándose después de la inauguración del templo.
Sobre el emblemático reloj, que estuvo expuesto en la nave de la concatedral tras su reciente arreglo en Barcelona, se ahondaba en que Antelo lo fabricó originalmente a comienzos del XIX para el Hospital de Marina, pero después del incendio de 1891 en las instalaciones, el mecanismo fue trasladado a San Julián. El párroco actual del templo, Antonio Rodríguez Basanta, confirma que por el momento no tienen previstos actos de conmemoración de la efeméride, como sí ocurrió en 2009 cuando se cumplió el medio siglo del nombramiento.