HACE diez años —el 1 de septiembre de 2013—, Elisa Abruñedo salió de su casa a dar un paseo. Nunca regresó. Corrieron ríos de tinta sobre un crimen escabroso y brutal que nunca se resolvió. Nunca, hasta ayer. Una escueta nota de la Guardia Civil daba cuenta de la detención de un sospechoso. Con el paso de las horas se fueron conociendo detalles. El supuesto autor es un cazador domiciliado en Narón. Fue arrestado en su puesto de trabajo, en Ferrol. Atrás, diez años de miedos, incertidumbres, una dura historia familiar, pero —a falta de un juicio y una sentencia— un alivio para los dos hijos de Elisa. Que descanse en paz.