Muchos ferrolanos de nacimiento son auténticos “haters” de la ciudad y muchos otros, sin ser naturales de la urbe, son auténticos embajadores de ella. Este es el caso de Ignacio Frutos, que ya tiene la honra de haber sido nombrado oficialmente “Fillo adoptivo de Ferrol”. Es un reconocimiento que lo ha emocionado, aunque todos los que lo conocen ya sabían de su ferrolanismo y la ciudad ya lo había “adoptado”.