Cuando uno vive en esta esquina del mapa ya sabe que más pronto que tarde le va a tocar luchar contra los elementos una vez que termine el (sucedáneo de) verano. Este año no hemos tenido que esperar ni una semana para sacar las gabardinas y celebrar minutos de silencio por los paraguas caídos en la batalla contra la borrasca. Ya podemos ir haciendo acopio de paciencia y de gorros de lluvia.