A pesar de lo que podría parecer con el actual panorama, en la gala de los Oscar, que hace años se convirtió en palestra política, no hubo grandes discursos contra el señor que vive ahora en la Casa Blanca o contra las guerras actuales y las que amenazan con llegar. Hubo humor, hubo emoción y hubo celebración. Que, por otra parte, es de lo que se trataba. Aun así, parecía que faltaba algo.