El acceso temprano y sin control a los smartphones supone una cuestión de salud pública que preocupa, cada vez más a las familias. La psicóloga infantojuvenil Ainhoa explica cómo afecta esta cuestión al desarrollo emocional de los menores.
¿Cuáles son los principales retos que enfrenta en su trabajo con niños y adolescentes en la era digital?
Diría que es la normalización que hay, a día de hoy, del mal uso de las nuevas tecnologías, sobre todo en edades tempranas.
Cuáles son las principales consecuencias emocionales o cognitivas que ha observado en niños que acceden muy pronto a smartphones?
Es algo que tratamos en bastante profundidad en los talleres que tenemos con los padres. Se acostumbran a intentar gestionar sus emociones a través de una pantalla. Eso no les permite tener las herramientas adecuadas para una buena regulación emocional.
El informe avalado por el Gobierno incide en el retraso del acceso a móviles con internet. ¿Por qué es tan importante esta restricción?
Ya no halamos solamente de las emociones. Lo cierto es que, a nivel fisiológico, el cerebro de un niño o de un adolescente no está preparado para controlar su conducta, para someterse a ciertas situaciones
No lo estamos muchas veces, incluso, los adultos...
(Risas). Cierto. Pero en el caso de los menores, hay un área del cerebro en particular que hasta los 21 o 25 años no termina de desarrollarse. Entonces nos estamos encontrando con una sobreexposición a unos estímulos en cerebros vulnerables. Además, les estamos dando acceso a un contenido ilimitado, en muchísimas ocasiones totalmente inadecuado para ellos –hablamos de redes sociales, de videojuegos, de acceso a internet y búsquedas de google...–. No saben cómo gestionar todo eso y, como no podemos ponerle puertas al campo, la clave sería enseñarles también a hacer un buen uso de esa herramienta que tienen en las manos.
¿Cuáles son los signos de alarma que pueden identificar las familias para saber que un menor está teniendo un uso problemático del móvil?
Un ejemplo podría ser cuando le dejamos un momento el móvil para que vean un vídeo y luego nos cueste muchísimo desengancharlos. O que cuando se lo intentas retirar, se ponen muy irascibles, muy nerviosos... También que dejen hacer otro tipo de actividades que antes les gustaban mucho para estar constantemente mirando el móvil. Después también podrían notar cambios relacionados, por ejemplo, con una mayor dificultad para conciliar el sueño.
¿Cómo nace este programa y qué respuesta están teniendo las familias eumesas?
La iniciativa nace de la preocupación de que en la práctica clínica cada vez nos estamos encontrando con más dificultades a nivel de adolescentes. Vemos que las nuevas tecnologías, el abuso o su mal uso, es un factor clave. Entonces nos planteamos cómo trabajar esa dificultad con los adolescentes pero también pensamos que es muy necesario tener más prevención desde edades más tempranas. En la primera sesión con los padres la acogida fue muy buena, con 25 familias que aceptaron el acuerdo de retrasar el acceso al dispositivo móvil, lo cual es todo un éxito.
¿Cree que esta buena acogida puede expandirse a otros municipios de la comarca?, ¿tienen previsión de ampliar la iniciativa a otras localidades?
Sería nuestra principal intención, que este programa llegase a la mayor cantidad de gente posible, también de otros ayuntamientos, sobre todo viendo la buena cogida que tiene. Nosotras vamos a intentarlo, eso seguro, para estar presentes en esos municipios en los que nos quieran abrir las puertas.