Detrás de Lume Yoga, en Narón, están Alma González y Daniel Ameneiros, un dúo que apuesta por llevar “el yoga fuera del estudio”, es decir, incidir en el trabajo antes y después del aula, tan importante, incluso más, que el que se realiza en sus instalaciones.
Ellos, que saben de primera mano lo que supone la creación de un negocio y una comunidad, han querido sumarse a las iniciativas de apoyo a Valencia que se están sucediendo por la comarca y que están constatando que este es un pueblo más que solidario.
En su caso, han optado por volcarse con su propia disciplina para ayudar a Isra, un compañero de profesión que ha perdido su estudio en Paiporta y que tiene intenciones de acometer una reforma integral de su centro.
“Teníamos pensado hacer una recogida, de hecho, ya habíamos hablado con diferentes asociaciones de la zona”, comentó González; pero, a través de una amiga en común conocieron el caso del valenciano. Conscientes de la gran implicación popular que está habiendo en todo el país, ellos quisieron optar por una “ayuda que sabemos que va a llegar”, por eso, este sábado, día 23, llevarán a cabo una clase solidaria –abierta a todo tipo de público– para recaudar fondos que permitan que su compañero de Valencia pueda recuperar su estudio.
“Si me veo yo en esa situación, sin saber qué viene en el porvenir, no sabría qué hacer”, expuso Ameneiros. La idea de ser autónomo siempre es arriesgada y, en momentos de flaqueza, es muy necesaria “una mano amiga”.
Es por ello que Lume Yoga abre las puertas de su estudio, pero también habilitan otras opciones para los que no puedan asistir. El sábado la jornada será gratuita, pero es necesario que, aquellos que acudan, hagan una donación –en medida de las posibilidades de cada uno, que será anónima y se depositará en una caja– y, para los que no puedan asistir, han habilitado la posibilidad de hacerle un bizum directo al valenciano. Asimismo, harán la apertura de la urna de manera pública, igual que el recuento del dinero, apostando, siempre, por la transparencia. El equipo tiene una premisa clara, fomentar la ayuda entre las diferentes comunidades de yoga y “tratar como nos gustaría que nos tratasen”.
Tanto González como Ameneiros calman las posibles dudas de los participantes y, conscientes de que a esta iniciativa igual se suma gente no experimentada en esta disciplina, han elaborado una sesión apta para todos los públicos.
Esta propuesta se suma al trabajo del día a día. De lunes a viernes, este espacio se convierte en un escenario de “yoga en comunidad”, que “siempre ofrece diferentes opciones”.
Es más, esta práctica cada vez está menos “encasillada” y, por parte de los profesionales de la salud, hay una tendencia creciente a proponerla como un hábito más. “Estamos recibiendo muchas llamadas de gente que viene derivada de centros médicos, tanto por cuestiones físicas como mentales”, comentó la pareja. Esto, al fin y al cabo, no es más que el espejo de la realidad, en la que cada vez tiene más presencia la estrecha relación entre cuerpo y mente.
Ellos son “agentes activos”, y ponen el foco en cuestiones que, a simple vista, podrían pasar desapercibidas. Una de los pilares dentro de sus prácticas es la respiración, que funciona como una “llave”. González y Ameneiros explican que cuando una persona, por ejemplo, no se encuentra cómoda en un círculo, los alientos dejan constancia, ya que se aceleran.
Uno de los beneficios del yoga, que tiene un proceso importante de “interiorización”, permite hacer un ejercicio retrospectivo que ayude no solo identificar estas situaciones, sino también a gestionarlas de manera efectiva.
El “piloto automático” que muchas veces se lleva puesto de manera inconsciente y que va ligado a las “presiones sociales”, también se puede trabajar y es que esta disciplina “funciona durante todo el día, no solo cuando se está en el estudio”