Bea Rodríguez, la investigadora naronesa que busca una segunda vida para los residuos

La ingeniera química Bea Rodríguez estudió en el IES Terra Trasancos y ejerce su labor en un laboratorio de la UVigo
Bea Rodríguez, la investigadora naronesa que busca una segunda vida para los residuos
Momentos de la charla que tuvo lugar ayer en el CEIP A Maciñeira, en Neda | DANIEL ALEXANDRE

Cuando uno piensa en las pieles de patata o las mondas de una naranja no imagina que pueda haber una segunda oportunidad. Es más, se podría llegar a concebir que la vida útil de algunos productos finaliza con el consumo pero, en un laboratorio de Ourense, han ido un paso más allá con estas cuestiones y, en la actualidad, estudian las opciones que los residuos ofrecen. 


Dentro de estas instalaciones, algo más de 15 personas estudian cómo poder generar algún tipo de bien desde un desecho y, entre ellas, se encuentra Bea Rodríguez (Narón, 1997). La científica empezó su andadura en el IES Terra Trasancos y, como ella misma explica, también ahí despertó la curiosidad. Siempre se sintió atraída por las ciencias, pero cuando tocó elegir carrera, confiesa que “no tenía muy claro hacia donde ir”. 

 

Buscando qué opciones tenía cerca de casa se decantó por la Universidade de Santiago de Compostela, donde cursó Ingeniería Química porque “me sonó bien”. Aún así, al finalizar el grado aún no tenía muy claro qué le deparaba el futuro, puesto que “me encantaba la parte teórica, de demostraciones y demás, pero la aplicación a la industria era un mundo que no captaba mi atención”, asume.

 

 

De ahí a Oviedo, al máster, momento en el que también comenzaron sus primeros pasos en el mundo de la investigación, que la cautivó por completo, y en el que se mantiene a día de hoy. “Probé lo que era estar en un laboratorio y me gustó mucho”. Al acabar el contrato en Asturias le salió la oportunidad de trabajar con la Universidad de Vigo, donde lleva ejerciendo cuatro años.


La investigación


En la actualidad, el grupo Bio2Val, al que ella pertenece, se centra en la búsqueda de “una segunda vida a lo que la gente considera residuos. Vendemos la idea de que estos desechos alimentarios son, en realidad, subproductos”.


Los huesos y las pieles del aguacate, por ejemplo, cuando se tiran a la basura pueden ser muy contaminantes “por la gran carga que tienen de agua”, explica. Ahí entran ellos, buscando una “segunda vida”, a lo que añade que “siguiendo una línea de economía circular, trabajamos también con especies invasoras como los eucaliptos.”


Para llegar a esta nueva oportunidad, el proceso comienza con una extracción que, explicado llanamente, es “como hacer un té. Mezclamos los productos con un disolvente y, al hacer esta infusión, separamos el sólido resultante del líquido. Los primeros, que vienen de frutas, verduras y demás, tienen un gran porcentaje de azúcares que permiten su fermentación a otros productos de interés”, explica la ingeniera que, añade, que en este punto es donde entran, por ejemplo, “el bioetanol o ciertos productos de interés químico”.

 

Bea Rodriguez en el laboratorio
Rodríguez en el laboratorio | Cedida

Y a pesar de que ella lo explique “muy de andar por casa”, comenta entre risas, estos procesos “no están diseñados para hacerse  en los hogares”, a no ser que se tenga a disposición elementos como reactores o formas seguras de llevar los productos a altas temperaturas. 


“La importancia de la separación a la hora del reciclaje es enorme”, asegura. Esto ahorra, en un primer momento, labores a las plantas de transformación pero, además, permite un mayor aprovechamiento de los desechos alimentarios.


En Narón ya está instalado el cubo marrón, pero esto no se da en todos los municipios. Su aplicación supone que existe un sitio específico donde dar un buen reciclaje y que los productos no acaben en el cubo de los restos”, asegura.


Desde el colegio


Además de las cuestiones estrictamente ligadas al laboratorio, Bea Rodríguez también tiene una faceta divulgativa. En la mayoría de casos, las charlas están destinadas al alumnado de 4º de ESO y 1º de Bachillerato, pero con una doble vertiente. 

 

 

“Por un lado, se hace promoción de la facultad, presentando los tres grados de ciencias y así incentivar a los jóvenes a que opten por una de ellas y, además, promover el papel de la mujer en la ciencia. Por el otro, tratamos tanto en colegios como institutos cuestiones, sobre todo, en torno al tema del reciclaje”, explica. De hecho, durante la pasada jornada, fue el alumnado del CEIP A Maciñeira, en Neda, el público de Rodríguez.


En esta parte de su trabajo se enfrenta a un auditorio más que difícil, puesto que, desde su posición, observa que hay “bastante desinterés” y, aunque esto pueda ser, como ella misma dice, “una percepción personal”, siente que “los niños y niñas no tienen tantas inquietudes ahora mismo”. Quizá esto tiene que ver con su misma experiencia, puesto que cuando fue el momento de decidir qué hacer, tampoco veía claras las salidas. “Me gustaban las cosas que estudiaba, pero no cómo se materializaba”, expone. 


En su campo, al igual que en muchos otros, se perciben unas salidas muy concretas, cuando la realidad es que existe un amplio abanico y, como ella misma expone, “en general tenemos poca información porque se nos hacen llegar las salidas típicas. El nivel de desconocimiento es tal que yo supe que podía trabajar en un laboratorio cuando, directamente, me llegó la oferta de empleo. Hice toda la carrera pensando que no tenía la oportunidad de investigar”.

 

 

Ahora, sin embargo, quiere dedicarse a ello pese a que este mundo tiene una parte mala: “la inestabilidad”, asume la naronesa. A pesar de ello y a menos de un año de defender su tesis doctoral, Rodríguez busca conseguir una beca que le permita “continuar en el mundillo, aunque la realidad es difícil”. 

Bea Rodríguez, la investigadora naronesa que busca una segunda vida para los residuos

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