Lejos quedan los inicios de un festival allá por los años ochenta que buscaba poner a Moeche en el mapa histórico y cultural de la comarca. Hoy, el Festival Irmandiño, que llega a su 44ª edición, no necesita presentación y es ya un referente de la musica folk y de las citas ineludibles del agosto gallego.

Sus organizadores siguen trabajando en una programación que no quiere perder sus raíces. De ahí que, además del día grande –sábado 19– en el que se produce el tradicional Asalto ao Castelo con las antorchas en mano y las actuaciones musicales de gupos llegados de distintos puntos de la geografía española, el Festival cuente con celebraciones “más íntimas” la víspera y al día siguiente de que los irmandiños hayan tomado la fortificación de los Andrade.

Como explica desde la organización Alexandre Campos, el viernes es el turno de la repichoca popular, en la que desde primeras horas de la noche comienzan a juntarse distintos músicos con sus instrumentos, formando una “foliada” aleatoria en la que la gente se va uniendo para disfrutar música y baile sin más pretensión que pasar un buen rato. Ya el último día, el domingo 20, los actos se trasladan al entorno del castillo “en lembranza das orixes do festival que tiña lugar nesa zona”, indica Campos. Allí se celebrará una sesión vermú y comida campestre en los alrededores, con precios populares a seis euros para un “petisco” de cachelos, liscos, criollo y jamón cocido, que servirá para sobrellevar la resaca del festival de la noche anterior. La música estará presente también durante toda la tarde del domingo en esa zona.

Asalto

Pero es el sábado cuando los “irmandiños” acuden masivamente a la fiesta. Un cartel con nombres como el acordeonista Andrés Penabad, Huntza (que ofrecerá su última actuación en Galicia antes de su despedida en Bilbao en el mes de febrero), Banda Xangai o Bestas, con el pregón del músico Jarper, que inicia una nueva andadura con “Loita amada”, animará a los asistentes, antes y después de la toma del castillo. Ya de madrugada, se encederán los “fachos” para recorrer el valle de San Xurxo hacia la fortificación y recordar así la hazaña de los veciños que en el siglo XV se revelaron contra poder establecido  y contra la opresión de los señores feudales.

Con el fin de que la tradición no se pierda, los más pequeños tiene su propio “asalto”, en la tarde del sábado. Los “fachos” se sustituyen entonces por globos de agua pero la  intención se mantiene y alrededor del castillo habrá también juegos tradicionales para esos pequeños “irmandiños”.