​Emilio Beceiro: “Parece que al OAR le expropiaron la memoria tras el ascenso”

​Emilio Beceiro: “Parece que al OAR le expropiaron la memoria tras el ascenso”
Beceiro, ayer, poco antes del inicio de la presentación de un libro cargado de nostalgia y de agradecimientos | jorge meis

El 4 de mayo de 1980, el OAR culminó un largo y duro camino hacia la elite del baloncesto masculino español. Aquel día, en la Feria de Muestras, el equipo ferrolano vencía con dificultades al Askatuak de San Sebastián (85-79) e iniciaba una etapa de 13 temporadas –con el breve lapsus de la campaña 87/88– en la máxima categoría, que en 1983 adoptaría el nombre de ACB.


De aquel conjunto que asaltó el cielo formaba parte Emilio Beceiro, el número 10, el de los calcetines rojos. Ayer, rodeado de compañeros y amigos, presentó en el Ateneo el libro que quiere reconocer el esfuerzo de la generación que fue artífice de un logro que finalizaría de manera traumática en el año 1994.


¿Cómo surgió la idea de escribir “Así asaltamos el cielo”?

La idea parte de un día de 2015 en el que el presidente (Juan Fernández) y yo estuvimos hablando más de cinco horas. Habíamos estado mucho tiempo, muchos años, sin hacerlo. En un momento de aquel reencuentro le pregunté: “Juan, ¿por qué no escribes la historia del OAR?” Y él me miró muy serio y me dijo que nunca escribiría esa historia. “Escríbela tú”, me respondió. Me facilitó mucha información y a partir de ahí me senté varias veces frente al ordenador para empezar a escribirla, pero siempre la acababa borrando. Tiempo después, estando en Punta Arnela en diciembre de 2017, cuando se organizó un homenaje al OAR, se me acercó una persona (Manuel) que no reconocí, porque habían pasado casi 40 años, y me dijo que fue quien me había pedido la camiseta el día que ascendimos a Primera. Me contó que se había marchado de Ferrol con la reconversión y que en un incendio en la empresa que tenía se había perdido toda la documentación (fotos, recuerdos, recortes de prensa...) que tenía sobre el OAR. A partir de ahí empecé a revolver en mis cajas y surgió la idea de enviarle a muchos de los compañeros del año del ascenso una carta “al OAR del tiempo aquel”. Todos ellos me fueron contestando y así fui hilando este libro.


El libro insiste en que el OAR empezó mucho antes de aquel 4 de mayo de 1980. ¿Lo concibe como un homenaje a toda esa gente que hizo posible aquella hazaña?

Efectivamente. Esa persona que se me acercó en Punta Arnela aquel día de diciembre de 2017 me dijo que parecía que el OAR hubiese nacido el 4 de mayo de 1980, pero los que ya venimos de atrás sabemos que no, que fue mucho antes. Parece como si al OAR, cuando ascendió a Primera y asaltó el cielo del baloncesto español, le hubieran expropiado la memoria, y de lo de atrás nunca más se habló. De cómo llegamos a ACB (entonces todavía Primera) no se volvió a hablar. Este libro pretende ser un homenaje a todos los que cultivamos el imposible en el tiempo aquel. Soñar en los años 60, cuando empecé a jugar a baloncesto, con ascender a Primera era un imposible; y en los 70, otro tanto de lo mismo. Por eso me esforcé en destacar que este libro es un homenaje a todas esas personas que lo hicieron real.


Si tuviese que destacar a alguien clave en aquel camino, ¿quién sería?

Siempre digo que en el OAR hubo un gran referente, que fue Juan Fernández, pero hay una persona a la que no se nombra y que está en el olvido, Antonio Barros, que fue el hacedor en tiempos difíciles. Barros es la clave para que después Juan Fernández hiciera posible el sueño que veníamos persiguiendo desde mucho tiempo atrás.


Hay en el libro mucha carga sentimental, referencias a personas que ya no están... ¿De qué manera se podría reconocer el mérito de esa generación?

Todos los homenajes que se hacen al OAR, grandes eventos que se hicieron, hablan del 4 de mayo de 1980 para adelante. Creo que hay que hablar desde ahí hacia atrás, hacia 1951, que fue cuando nació el OAR, y reconocer su trabajo. No sé si una conferencia o un congreso de oaristas en el que se destaque esa trayectoria y, por supuesto, también la de después, aunque yo a este último lo llamo el OAR de la gloria y de la desmemoria. Lo importante sería recuperar la imagen y los recuerdos de esas personas.


Habla del tiempo en el que estuvo alejado de Juan Fernández. ¿Cree que hay heridas todavía abiertas o ya están cicatrizadas?

Creo que en aquella comida del año 2015 cicatrizaron todas las heridas porque pienso que los dos entendimos que todo aquel ruido que se levantó era fácilmente controlable. Lo que pasa es que en aquellos momentos había quien tenía interés en fabricar enemigos para que, si había un problema, hubiese alguien a quien señalar. Entonces, unos calcetines rojos eran un blanco perfecto. Pero en aquella comida, cuando surgían desencuentros, tomábamos una copa de vino y pasábamos a otro tema...

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