El Balonmano Narón sigue manteniendo su condición de invicto en casa, y el pasado fin de semana los de Brais Caneiro mantuvieron su casillero de derrotas a cero ante, nada menos, que el líder de la categoría, el Guardés, ante el que firmó finalmente un agridulce empate (28-28).
Y es que en esta fase de ascenso a Primera, los naroneses estuvieron durante gran parte del duelo dirimido en Campo da Serra por delante de una formación pontevedresa que no sabe lo que es perder esta campaña. “Lo tuvimos a nada”, señala el preparador naronés, sobre un triunfo que a los suyos se les escapó en los últimos segundos, que añadió que “jugamos un encuentro de diez, hasta esos últimos quince minutos finales”.
Y es que fue en este cuarto de hora, al que los naroneses llegaban tras sumar rentas de hasta ocho goles, cuando dos exclusiones casi simultáneas torcieron el rumbo de los amarillos. Con cuatro en pista, los anfitriones no supieron gestionar este juego en inferioridad y el Guardés metió un marcha más. Los visitantes se colocaron a tres goles y ahí los nervios aumentaron, fruto de lo cual llegaron acciones precipitadas de ataque sin premio. A falta de ocho segundos, el Guardés colocó el 28-28, y el Narón contó con la última para ganar, si bien el meta visitante sacó el balón de ese lanzamiento de golpe franco a falta de dos segundos.
Así, con la primera posición del cuadro –que da el ascenso directo– no imposible pero sí complicada, el equipo de Caneiro busca ahora certificar cuanto antes su presencia en la final a cuatro y buscar la otra posición de ascenso.
Y si los naroneses están un poco más cerca de esta final, en Primera, el Dispesán Pontedeume lo está de lograr la permanencia. El equipo de José Deus hizo los deberes y se impuso a un rival de su liga, el Carballal (33-24), en un encuentro en el que los eumeses fueron por delante desde los primeros minutos. Los locales, a falta de tres duelos, son séptimos, dejando ahora a tres puntos a los de Vigo, y a la espera de visitar al Culleredo. Mientras, las naronesas viajaron, precisamente, a tierras olívicas, muy mermadas por las bajas –laborales y lesionadas–, cediendo por 34-12 ante el Seis do Nadal.