Después de que en los últimos años, tras haber pasado la pandemia, las movilizaciones por el Día Internacional de la Mujer habían sido en Ferrol menos multitudinarias, la de este sábado volvió a dejar claro que la comarca es feminista a pesar de los lamentables comentarios que se pudieron leer en las redes sociales, el pan nuestro de cada 8-M.
Fueron más de 2.000 personas las que secundaron la cita organizada por la Marcha Mundial das Mulleres en la que participaron fuerzas políticas como PSOE, BNG o Sumar, y también sindicatos como la CIG —que tuvo asimismo por la mañana su propia concentración—, CCOO y UGT. No obstante, no se trató únicamente de una movilización local, sino que se dieron cita vecinos de toda Ferrolterra, incluida la alcaldesa de Narón, Marián Ferreiro.
La convocatoria se fijó a las 20.00 horas, aunque en As Pontes ya hubo a las 18.30 otra concentración enfrente del consistorio. En el caso de Ferrol, el lugar de partida fue de nuevo la plaza de Amada García, donde la batukada animaba los ánimos de las mujeres y los hombres —cada vez son más, afortunadamente— antes de comenzar la marcha por la calle Real para llegar a Amboage, enfilando después la Dolores para concluir en la plaza de Armas, donde se leyó el manifiesto.
Entre las pancartas de las formaciones políticas se colaron de nuevo los carteles caseros con consignas originales y reivindicativas que no entendían de edad. Uno de los mensajes que se pudieron leer en esta ocasión fue un “todos somos Berta”, en relación a la denuncia que un grupo de trece mujeres víctimas del mismo maltratador de Ferrolterra relató en este periódico a comienzos de semana. De hecho, ellas mismas acudieron a la convocatoria, más decididas que nunca de que había que clamar contra el machismo en las calles. Sin miedos ni vergüenza.
El manifiesto que se leyó en la plaza de Armas como colofón a la manifestación, antes de sortear una cesta solidaria, se centró en los ocho puntos destacados por la Marcha Mundial das Mulleres como “reivindicacións urxentes para transformar a vida das mulleres”. Así, en primer lugar, exigieron “un traballo digno con salarios dignos en centros de traballo libres de violencia e cunha xornada laboral que nos permita conciliar e termos vida e cunha remuneración igualitaria”, además de un “sistema público de coidados que atenda todas as etapas da vida”.
El “acceso universal a unha vivenda digna” pidiendo un “banco galego de vivenda social” se unió a la reivindicación de un “servizo galego de saúde que atenda as necesidades do conxunto da poboación en todo o territorio”, haciendo especial hincapié en los “dereitos reprodutivos e á eliminación da violencia obstétrica”.
Demandaron, asimismo, “reforzo dos Centros de Información ás Mulleres (CIM), a Rede Galega de Acollemento e aumento dos recursos para acceso á vivenda das mulleres en situación de violencia”. Por último, enumeraron la “regularización de todas as persoas migrantes e a derrogación inmediata da Lei da Estranxeiría”, la construcción de “un novo paradigma de sustentabilidade da vida” y el “cumprimento da lei intregral contra a violencia machista”, además de una política feminista transversal.