La entrada en vigor de la Ley 20/2022, de 19 de octubre, de Memoria Democrática regula un procedimiento especial para adquirir la nacionalidad española por opción dirigida a los descendientes de exiliados que la hubiesen perdido por diferentes motivos. La instrucción del 22 de octubre precisa las condiciones y posibilidades que ofrece la normativa para que los interesados puedan solicitarla, en el plazo de dos años desde la entrada en vigor, aunque el Gobierno ha prorrogado –era una opción que figuraba en el propio texto– ese período hasta finales de 2025.
Como todo procedimiento administrativo, cada paso conlleva un trabajo que muchas veces excede al propio interesado, en este caso en conseguir la nacionalidad española. La ley fija como uno de los requisitos la localización y presentación de la partida de nacimiento del padre, abuelo o bisabuelo –y sus equivalentes femeninos–, una tarea que asumen los registros civiles y, en su caso, también los diocesanos.
El director del Archivo de Mondoñedo-Ferrol, Félix Villares, y su pequeño equipo de colaboradores tienen encima de la mesa –o en la carpeta de “recibidos” del correo electrónico– cerca de 700 solicitudes de búsqueda. “O atasco non é de agora”, explica, “xa vén desde hai ano e pico ou dous anos”, momento en el que comenzó a aplicarse la ley. Recuerda, no obstante, que la posibilidad de obtenerla ya existía en el texto anterior, de 2007. “As partidas vímolas dando desde hai xa unha década e media, máis ou menos”, recuerda.
Villares asegura que el ritmo de solicitudes se ha desacelerado. Ya no son esos 150 mails que recibía a diario el año pasado, pero ahora tampoco baja de los 40. “Todo leva tempo”, explica el religioso, que pone un ejemplo: “Hoxe tiña case cen correos a primeira hora, e todos témolos que ir contestando”. El programa con el que trabaja el Archivo Diocesano de Mondoñedo-Ferrol genera una respuesta automática que, además, informa de los datos que el peticionario tiene que aportar para poder conseguir la partida de nacimiento. “Pídese o nome, a data de nacemento e a parroquia”, indica antes de recalcar que “a parroquia é esencial porque cada unha delas —422 solamente en esta diócesis– ten os seus libros. Tamén ten que poñer para que a quere, cantas copias necesita e un enderezo postal onde quere que lla mandemos porque non vale facelo por correo electrónico”.
Cuba y Argentina, los países desde los que llegan más solicitudes
Pese a la claridad de las instrucciones, Villares y sus colaboradores se topan muchas veces con obstáculos de todo tipo que no hacen sino multiplicar su trabajo. “Hoxe mesmo”, comenta, “tiven unha petición que non poñía nin o nome da persoa que hai que buscar nin a parroquia. A quen buscamos?”.
Este es un caso extremo; pero hay otros que no lo son tanto aunque no dejan de generar más trabajo. “Ás veces hai que pedirlles a dirección tres ou catro veces, pero chega un momento en que optamos por que aquel que non mande a dirección non a buscamos”. Más frecuente es la inexactitud de la fecha de nacimiento del pariente, casi todos, subraya Villares, nacidos en el siglo XIX. “Buscamos ata cinco anos antes e cinco anos despois da data aproximada que nos dan”.
A todos estas circunstancias que dificultan la localización de las partidas se une el problema de la transcripción. No se trata de un problema de conservación de los libros. Es cierto que en algunas parroquias puede haber volúmenes deteriorados por los efectos de la humedad o de la polilla, pero ese no es el gran problema. “A transcrición témola que facer literalmente, tal e como están no libro, pero hai que ter en conta que a ortografía non é hoxe a mesma que no século XIX”, recuerda el director del Archivo Diocesano.
“A moitos solicitantes estanlles poñendo pegas nos consulados por ese motivo”, lamenta Villares, que pone un ejemplo. “Isabel, Ignacio ou Iglesias escribíanse todos con “y” naquela época. E non digamos xa o que pasa co apelido “Vilaboy”, moi frecuente na zona de Valdoviño. Naquelas partidas está escrito de distinta maneira incluso dentro da mesma partida”.
Esta situación ha llevado a Villares a contactar con la secretaría xeral de Emigración de la Xunta. “Chamei dúas veces para que contactaran co Ministerio de Asuntos Exteriores e que informasen aos consulados que non tiñan que ter en conta a ortografía porque, repito, a do século XIX non é a de agora. Tan Ignacio é con y como con i”.
Como curiosidad –o no–, la mayor parte de las solicitudes fue históricamente de ciudadanos cubanos, aunque Villares señala que “desde hai uns meses están chegando moitas de Arxentina, ata o punto de que está alcanzando a Cuba”. Ahora, en total, el director del Archivo Diocesano de Mondoñedo-Ferrol y su equipo han localizado casi 4.000. Y todavía queda año y medio por delante.
Además de Félix Villares, el Archivo Diocesano de Mondoñedo-Ferrol lo atiende otra persona que se centra más en los investigadores que acuden cada día para sus propios proyectos, como la elaboración de sus árboles genealógicos. También hai otros dos trabajadores; uno de ellos ayuda a transcribir y otro, a buscar. “Eles están martes e mércores”, recalca.
Para Villares, el atasco se solventaría con más personal. “Os rexistros civís tamén están colapsados –aínda que neles son máis estritos coa data de nacemento ca nós, que nos movemos nunha marxe de ata dez anos–, así que o normal sería facer como fan coa campaña da Renda: reforzar os rexistros e que a nós nos pagaran para contratar unha ou dúas persoas”.