Existe una tecnología para generar energía en buques, mediante el uso de cometas, que también podría ser aprovechable en tierra firme. Estos sistemas podrían reducir drásticamente el impacto ambiental y visual que provocan los aerogeneradores actuales.
Pero que nadie se engañe, para poder llegar a esa realidad, que todavía se encuentra en fase experimental, habría que llegar a superar algunas barreras que se concentran principalmente en la necesidad de que se establezca una normativa, por parte de la CEE y posteriormente de los Estados miembros, sobre la regulación del espacio aéreo para estos equipos.
La utilización de las cometas (por cierto, en femenino, ya que el término masculino queda reservado para los astros) para arrastrar algún tipo de artefacto se remonta a épocas muy antiguas. Los nativos de las Islas Samoa ya las utilizaban para remolcar sus canoas, e incluso personajes históricos como Benjamin Franklin, citan su uso.
Durante el siglo XIX, las cometas se utilizaron para el salvamento marítimo cerca de la costa. Como muchos naufragios ocurrían cerca de tierra, a veces se empleaba una cometa para tender un cabo entre el barco y el litoral, y así rescatar a los náufragos. En un grabado del siglo XIX se observa la cometa de Woodbridge Davis para rescates desde la costa.
El punto de inflexión se produjo un siglo después, cuando el investigador estadounidense Miles L. Loyd hizo los cálculos aerodinámicos para elevar una cometa a las alturas conectada mediante un cable a un generador, aprovechando así los vientos cruzados para producir energía. Pero hoy en día, el auge de las actividades deportivas que emplean este tipo de dispositivos ha relanzado la utilización de las cometas de tracción.
Un buque, o una estación en tierra, que pudiera llegar a lanzar un grupo de seis u ocho comentas, podría llegar a generar la misma electricidad que un aerogenerador, y además con menos impacto medio ambiental. Pero hay que ser realistas, mientras que en la actualidad existe un mercado que solicita “megavatios (o gigavatios)”, estos sistemas de momento solo pueden generar “kilovatios”.
En cualquier caso, la eólica aérea no pretende sustituir a los aerogeneradores, sino más bien ser un complemento que se añada a toda la oferta de posibilidades que se están abriendo en los últimos años en la búsqueda de la descarbonización, sumándose a las velas rígidas u otros sistemas novedosos. De momento los sistemas aerotransportados de energía eólica (Airborne Wind Energy Systems, AWES) mediante cometas o drones, aun buscan su espacio.
La falta de un marco regulatorio y de apoyos, tanto institucionales como financieros, no permite el despegue de estos sistemas. Por todo ello lucha “Airborne Wind Europe”, la asociación del sector de AWE, la energía eólica aerotransportada.
Para que todos estos nuevos dispositivos demuestren sus bondades será necesario disponer de prototipos que proporcionen datos reales sobre su funcionamiento y ahorros, tanto en buques como en tierra. Para las instalaciones en tierra se podrían diseñar comunidades energéticas en entornos rurales, sumando a los AWES, la energía solar u otras renovables.
Pero para alcanzar esta meta aun es necesario superar algunas barreras, como la de no considerar a estos dispositivos como drones, ya que eso añade la exigencia de la necesidad de un piloto humano, que no automatiza el sistema, y que difícilmente lo convertirá en rentable.
Tal vez sería necesario que los AWES fueran clasificados simplemente como unos meros “obstáculos” a la navegación, por estar unidos a tierra (o al buque), por un cable que transporta la energía. Esto facilitaría la posibilidad de poder lanzar cometas a distancia, por ejemplo, en un parque destinado a tal fin, desde un centro de control en tierra que las dirija.
La Universidad Carlos III ha establecido, en colaboración con la empresa CT Ingenieros, el primer laboratorio del país para investigar estas energías, y desarrollar la primera máquina AWE de tipo “yo-yo (movimientos en ocho)” en nuestro país, con una cometa capaz de generar una potencia de unos 10 kilovatios. En Galicia algunas empresas españolas llevan tiempo estudiando estos sistemas y además existe un estudio para probar un sistema de cometas dentro del mar, en el parque experimental de Punta Langosteira.
La empresa Head-Up, ubicada en Porriño, se dedica al desarrollo de nuevos negocios vinculados a innovaciones tecnológicas y disruptivas, y también intenta que Galicia se convierta en una zona estratégica en esta tecnología, impulsando un proyecto de integración de equipos de hasta 200 KW/h en tecnología AWES.
*Raúl Villa Caro es doctor ingeniero naval, oficial de la Armada, capitán de marina mercante y secretario de la Fundación Exponav