En un tiempo en el que los lugares tienden a homogeneizarse y a perder su personalidad, los bares y cafeterías de toda la vida resisten como oasis en los callejeros de los pueblos y ciudades ante los establecimientos “instagrameables”.
Café Bar Toñy, ubicado en el número 80 de la calle Magdalena, es una de estas joyas que, además, revive de manera fantástica durante las fiestas de guardar ferrolanas. Celia Vilariño lleva tres décadas al otro lado de la barra. Primero, como empleada —el marido de su jefa se llamaba Antonio y le dio nombre—, y desde hace unos 24 años ya como dueña.
Se ríe cuando le preguntamos por qué su negocio es uno de los favoritos para brindar con los amigos en Ferrol y explica que “todo es gracias a unas ‘niñas’ que vienen con el altavoz y ponen música y también cantan y bailan. De hecho [por ayer], aquí lo tengo cargando. Son un encanto, lo pasamos genial”.
Celia habla en plural porque confiesa que, en los pocos ratos libres que las peticiones de la clientela le van dejando, “yo salgo para fuera, me lo paso genial... Me subo a la silla, canto... Ya me dice mi hijo, que parezco una cabra... Pero yo rejuvenezco 20 años. La verdad, no sé cómo agradecérselo a las ‘cativas’”.
Estas “cativas” son Cristina Moreira y María Eugenia Carballeira, ambas ya habiendo cumplido los 40 hace un par de años. Ellas empezaron su propia tradición hace dos décadas, cuando buscaban un lugar más o menos tranquilo para hacer la fiesta a su manera en sus reencuentros durante Navidad, Semana Santa y verano.
“Un día vinieron con un altavoz y ahí empezó. Es cuando se reúnen, cuando viene María Eugenia desde Valencia de vacaciones”, apunta Celia, una información que corrobora Moreira, recordando que la primera vez, con todos los locales de la calle Magdalena abarrotados, “señalé el Tony, donde aun había sitio, y dije que este garito en Malasaña estaría petado, pero que aquí la gente no lo sabía valorar”.
A las dos amigas, que se conocieron en el colegio Tirso de Molina allá por 1996, se les han ido sumando otras colegas en estos años, llegando a convocar a decenas de personas alrededor de su particular “karaoke”, donde no faltan los “temazos”.
“Toñy es uno de los sitios con esencia que queda en Ferrol a salvo de la invasión de lo impostado. Es uno de esos lugares con personalidad, con historia... Por favor, conservemos y amemos estos bares que son maravilla”, reflexiona Moreira, que no faltará hoy a su cita, para la que también es tradición acudir con todo tipo de atrezzo, cobrando especial importancia las gafas con motivos navideños.
Celia está encantada de tener el bar lleno y, de hecho, en Nochebuena, recuerda, la calle se desbordó. Este martes abrirá desde las 7.00 horas y espera poder cerrar a las 22.00 horas para no perderse la cena ni las uvas, empezando a avisar tres horas antes de que ya no sirve, una táctica que suele ser infalible.
No obstante, lamenta, “hay gente muy maleducada” que no acepta de buen grado que la hostelera quiera cerrar o que haya que esperar para ser atendida: “Menos mal que con ‘mi buen carácter’ ya les paro los pies”, ironiza Celia Vilariño.