Realizar un peregrinaje a Santiago de Compostela, en cualquiera de sus vertientes, bien podría ser un propósito de año nuevo. El Camiño Inglés es una de estas opciones que parte de la ciudad naval en un recorrido de 112,4 kilómetros que discurren por 19 ayuntamientos, hasta llegar a la capital gallega. Más allá del trazado original, este itinerario puede realizarse y disfrutarse desde múltiples ópticas y, en una de ellas, los “árbores de pedra”, como los definió Castelao, son los protagonistas.
Se trata de los cruceiros, una seña de identidad del paisaje gallego con más de 12.000 distribuidos por todo el territorio y en los que en muchas ocasiones no se repara. “Descubrín nos cruceiros un aspecto da nosa arte popular aínda non estimado como cousa importante. E velaí, o que máis me importou”, aseveró el célebre escritor. “Onde hai un houbo sempre un pecado, e cada é unha oración de pedra que fixo baixar un perdón do Ceo. Reparade nos cruceiros e descubriredes moitos tesouros”, apuntó.
No todas las cruces altas pueden considerarse cruceiros. Los expertos como Fernando Arribas –autor de una tesis doctoral sobre estos monumentos de piedra– sostienen que deben de estar formados por cinco elementos.
El primero de ellos es la plataforma, constituida por un número variable de escalones. El segundo es la base, una pieza que suele ser cúbica y en la que puede haber inscripciones u otros tipos de elementos decorativos. El tercero es el fuste, también conocido como varal. El cuarto corresponde a un capitel, en el que predomina la forma troncopiramidal invertida y, por último, la cruz. En ella pueden aparecer figuras, teniendo en el reverso de la misma, en algunas ocasiones, la figura de la Virgen.
En el caso de la ruta que discurre por las comarcas de Ferrol y Eume, destacan por sus características 16, seis de ellos en municipios de la zona. Así lo recogió el historiador Juan J. Burgoa en la publicación de la Universidade da Coruña “O Camiño inglés e as rutas atlánticas de peregrinación a Compostela”, en la que realiza un repaso “De Ferrol a Compostela. Los cruceiros del Camino Inglés”.
Este crucero está ubicado en el conocido como barrio alto de Ferrol, en la plaza que lleva ese mismo nombre y que a menudo funciona como lugar de encuentro para los vecinos y vecinas. Se trata de un ejemplar de principios de siglo pasado al que le precedieron otros. El historiador indica que el primero “fue posiblemente erigido en el siglo XIV en presencia del conde de Andrade”.
La plataforma de este monumento dispone de cuatro gradas y un pedestal liso, “ambos de una poco corriente sección octogonal”. Su alta columna está coronada por un capitel de formas clásicas, decorado con volutas –adorno en forma de espiral o caracol– en las esquinas, flores de cuatro pétalos en las caras y ábaco curvilíneo.
Su cruz presenta dos imágenes: la de Cristo bajo el letrero de INRI y la de la Virgen de la Piedad –con su hijo en el regazo– en el reverso.
Este naronés –inluido por Burgoa en otro estudio titulado “Los cruceiros de San Andrés de Teixido y sus caminos de peregrinación”–, se sitúa junto al monasterio de San Martiño do Couto.
El historiador remarca que “es una obra con una inscripción poco legible del año 1787 en el pedestal, el único elemento que parece pertenecer al crucero original erigido en la época en la que se construyó la torre barroca del templo”.
Su capitel es de esquema neoclásico y consta de una cruz de forma latina y remates trebolados de cemento, “sustituyendo a la primitiva [cruz] de formas bonitas”.
Este elemento de formas góticas, que destaca por su interés iconográfico y su antigüedad –se encuentra colocado en el atrio de la iglesia desde 1975 aunque fue traído desde el barrio del Paraíso tras ser retirado en 1935–, conserva una añeja cruz que muestra, en cada lado del madero, una imagen similar del Crucificado, “hecho singular dentro de los cruceiros gallegos”, destaca Burgoa.
A los pies de las imágenes se encuentran cuatro desgastadas efigies que podrían representar la escena del Calvario con la Virgen María y San Juan Evangelista.
Cuenta con una plataforma escalonada de tres peldaños cuadrados, un pedestal de forma prismática o una corta columna ochavada con biseles de bellota y sólido capitel “que fueron colocados en épocas muy posteriores sustituyendo las piezas originales del crucero”.
Esta ruta jacobea “alternativa” continúa por el municipio fenés y se detiene en el templo parroquial del Divino Salvador. Allí, en su amplio atrio, se ubica un crucero de tres peldaños de forma cuadrangular, que sirven de base para un pedestal cúbico que remata en su parte alta con un símbolo de la muerte: cuatro calaveras talladas en las esquinas del disco toroidal.
La columna octogonal y un capitel de formas amplias y orden jónico sirven de soporte a un “remate figurado de buen tamaño y amplios volúmenes”.
En cuanto a la cruz, muestra en su anverso una imagen de Cristo con el torso muy marcado y, en el reverso, a la Virgen coronada con el Niño Jesús de pequeño tamaño en brazos.
Este elemento patrimonial fue movido dos veces de ubicación. Situado en un primer momento junto al viejo puente que une la localidad con Pontedeume y posteriormente en la N-651, este que data del siglo XVII está colocado en la actualidad en el Camiño do oito, a pocos unos metros de distancia.
Consta de una cruz cuadrangular con sus extremos trabajados en forma de roseta de ocho pétalos, con dos imágenes desgastadas por el paso del tiempo –algo muy habitual es los criceiros gallegos, muchos de ellos en mal estado de conservación–. Se trata de un Cristo en el frontal y la Virgen Gloriosa en la parte posterior. El conjunto se levanta sobre una plataforma de tres escalones octogonales.
En el caso del último concello de las comarcas por el que discurre esta ruta de peregrinación, Pontedeume, en la antigua encrucijada del Camiño Vello de Campolongo “se levanta uno de los cruceiros más antiguos y notables de la zona”.
Se erige en cuatro desgastados peldaños de forma cuadrangular, que soportan una columna gruesa y monolítica de sección octogonal que se estrecha hacia lo alto. El monumento carece de capitel, “posiblemente perdido”, apunta Burgoa, y se asienta directamente sobre la columna y su voluminosa cruz adornada con “imágenes llamativas, sugerentes y de primitivo estilo”. El Cristo aparece bajo un amplio pergamino de INRI y en la parte baja figura la Virgen de la Piedad soportando en brazos al hijo.
Este recorrido alternativo, centrado en los característicos elementos patrimoniales, continúa por el municipio de Miño, en el que destaca el cruceiro de Leiro. Ya en Betanzos, el viajante podrá detenerse en el monumento situado junto a la iglesia de Santa María do Azogue o en el cruceiro de la Cruz Verde. En el concello de Abegondo, se erigen tres destacables: el de San Antonio, el conocido como Cruceiro Bonito y el de San Paio. Ya en Ordes se encuentran también los singulares cruceiros de Cabeza de Lobo y Calle de Poulo.
Llegando casi a su destino, en Sigüeiro, el romero podrá detenerse a observar el cruceiro de Santo André, justo antes de llegar a Compostela para descubrir, los monumentos de Meixón Frío y do Home Santo.