Fernando Iguacel, medio siglo siendo cofrade en Ferrol: “Los que nos criamos en el corralón estamos hechos de otra pasta”

Secretario de la Junta de Cofradías y organizador en Dolores, Iguacel se hizo cofrade en 1977
Fernando Iguacel, medio siglo siendo cofrade en Ferrol: “Los que nos criamos en el corralón estamos hechos de otra pasta”
Fernando Iguacel este martes en Amboage, con el corralón de Dolores al fondo | Daniel Alexandre

Que Fernando Iguacel no sepa decir que no, sumado a su vocación de servicio y a su amor por Ferrol, lo ha convertido en el “eterno secretario”, como le apodó un día el que fuera obispo, Gea Escolano. Ese es el cargo que ejerce en la Junta de Cofradías de la Semana Santa de Ferrol, pero tuvo otras muchas responsabilidades en su casi medio siglo vinculado a la hermandad de Méndez Núñez.

 

¿Cuándo se hizo cofrade?
Desde los once años participé en la Banda del Grupo Scout 19 y en el 74, con quince, empecé en Dolores. Lo curioso es que, tres años después, ya tenía un cargo de responsabilidad en la Junta de Gobierno de Demetrio Casares.

 

¿Por qué en Dolores?
Por mis amigos y mi primo Pepe. Por proximidad a mi casa y al colegio jugábamos en Amboage y empezamos a involucrarnos. Los que nos criamos en el corralón estamos hechos de otra pasta.

 

¿De qué pasta?
De una especial porque valoramos muchísimo lo que se hacía antes que, a veces, no se valora ahora demasiado. Hacíamos un trabajo incansable, en condiciones pésimas: el corralón no estaba cubierto, usábamos tachuelas para clavar los mantos, hacía un frío horroroso y los tronos estaban en muy malas condiciones. Con eso se hacían maravillas y con muy poquito dinero porque no había subvenciones.

 

 

¿En qué tercio empezó?
Estuve un año en Oración en el Huerto, pero al siguiente ya ingresé en el Cristo y me hicieron organizador. Más tarde fui mayordomo de varios tronos, pero donde pasé más tiempo fue en la Virgen de Dolores que, al principio, dirigía con el hábito de la Misericordia hasta que Pancho [Francisco Vázquez Fontenla], que es uno de los cofrades más antiguos de Ferrol, me cedió el suyo de la Dolorosa.

 

¿Cuándo dejó el martillo?
En el año 2000, más de dos décadas después de la primera vez. Desde el principio lo compatibilicé con tareas de organizador y aquel año le dije al presidente que no quería ver a la Virgen a rastras. Era —y es, aunque lo hayan aligerado— un trono muy pesado y no podían con él. Para mí, el idóneo para ella es el “Ferrol”.

 

Pasaron varios presidentes y comisarios y usted siempre ha estado ahí...
Es que a mí no me importa mucho quién está al frente porque yo lo que quiero es aportar mi granito de arena para que las cosas funcionen.

 

Y llegó la Merced...
Soy profesor en el Tirso de Molina y cuando volvieron a organizar la cofradía y a salir en procesión, en 2004, mi director, José Ignacio, me pidió que fuese el mayordomo, así que no pude decirle que no porque, volvemos a lo de siempre: yo nunca puedo decir que no a nada. Salimos dignamente y me pidieron que me quedase, pero a mí ya me había costado un disgusto en Dolores y entendieron que no continuase.

 

 

Quién le iba a decir que iba a tener una nieta mercedaria...
Mis tres hijos empezaron en San Juan, ya como cofrades; sin embargo, el único que continuó fue Miguel, el mayor. Hoy en día es organizador de sector en Dolores y portador en la Merced, que es lo que realmente le gusta. Su mujer también está en la cofradía y, por supuesto, mi nieta Triana [nació el pasado mes de marzo] será mercedaria.

 

Dolores, Merced... y el Santo Entierro, ¿no?
Hace tres o cuatro años que me convenció Tono [Loureiro] porque yo estoy muy involucrado con la parroquia de San Julián. Por cierto, que también ejercí de secretario canciller allí, pero era incompatible con la Junta de Cofradías.

 

Será en octubre cuando César Carreño deje la presidencia y cesen también sus cargos de confianza, entre ellos usted...
Sí, después de 23 años en la secretaría, porque primero estuve doce con Meca Arcos y estos once con César, con quien me une una gran amistad. Nos vamos y a ver qué va a pasar...

 

De las procesiones del 77 a estas del 2025, ¿qué ha cambiado?
La evolución es muy positiva. Por un lado, las instituciones han valorado por fin lo que se hace y lo apoyan económicamente. En segundo lugar, hay ahora una mayor implicación de las personas, con muchísima gente joven detrás que garantiza el futuro, que se pasa la noche trabajando y al día siguiente sale en procesión. Y, en tercer lugar, la presencia de las mujeres. Sois más comprometidas y asumís una gran responsabilidad, habiendo llegado en estos años a tener los mismos derechos que los hombres en todas las cofradías.

 

 

¿Cuál es el siguiente reto de la Semana Santa?
Mejorar lo que se tiene abordando aspectos como la intendencia o la puesta en escena en las calles. Cuidar la imagen, por ejemplo, adornando las vallas.

 

¿Cuál es el momento que lleva un año esperando?
La noche del Jueves Santo, la Piedad y el Cristo con la Brilat, es una noche especial, claro; pero también Os Caladiños, que es la última procesión y, si hasta ahí salió todo bien, podemos irnos a dormir tranquilos.

 

Parece que se hace mayor, que se está emocionando...
Sí, me emociono porque lo vivo. Y sí, voy mayor y hay que dar relevo; pero voy a procesionar todo el tiempo que pueda y este año, si Dios quiere, aun me espera un buen tute. 

Fernando Iguacel, medio siglo siendo cofrade en Ferrol: “Los que nos criamos en el corralón estamos hechos de otra pasta”

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