Este, para muchos ferrolanos, es Martes de Esperanza. La devoción hacia la imagen de la Cofradía de Dolores se hace patente esta noche, cuando cientos de personas aguardan enfrente del corralón para presenciar un instante especialmente emocionante de la Semana Santa de Ferrol.
Se trata de la interpretación de “Una madre no se cansa de esperar”, la marcha compuesta por Cesáreo Gabarain que toca y canta la Banda de Cornetas y Tambores de Nuestro Padre Jesús Nazareno y a cuyo compás mecen el paso las portadoras de la Santísima Virgen de la Esperanza, las primeras en España en tener un “trono propio”.
En 1995, aquellas pioneras que empezaron en los ochenta a portar —si había suerte, siempre si los hombros masculinos no eran suficientes— lograron constituir una dotación. Fue entonces, hace 30 años, cuando se les designó a su titular, la querida imagen mariana.
Así, coincidiendo con aquello, la por entonces llamada Banda Ferrol empezó a tocar en su trasera y en estos años se ha creado un vínculo muy especial. “Ahora ya estamos amoldadas a su paso, que es más lento, como el nuestro, al ser de cadera”, explica Lola Castro Casares, mayordoma del tercio de portadoras, valorando que “no es solo eso, también hay una unión que se nota en la calle, además de los meses de ensayo y de una trayectoria juntos... Son el quinto banzo de la Esperanza”, añade, aludiendo a los cuatro travesaños que atraviesan el trono y reparten el peso a la hora de portar.
Recuerda que entre las mujeres de Ferrol hay una devoción especial por su titular, al relacionarla estrechamente con los logros femeninos, que son un poco de todas las ferrolanas puesto que es un motivo de orgullo que haya sido aquí y no en otro lugar donde se hayan abierto camino estas pioneras.
Víctor Cabanas y Paula Cabrera llevan desde niños en la banda. El primero, con casi 40 años, recuerda divertido que se hizo integrante “por un puñado de monedas” que el difunto Tito Casares le ofreció cuando tenía cinco años para jugar a una máquina recreativa: “Me dijo que, a cambio, tenía que tocar, y accedí”.
Fue aprendiz de Fernando Dopico en Terra de Trasancos y en la banda, donde desarrolló su carrera musical. Él, aunque reconoce que “no soy devoto”, sí le tiene “cariño a la Virgen” y ahora, más todavía, al ser su mujer una de las portadoras y su hija monaguilla en el tercio.
“Muchos niños están en la banda por el Martes Santo”, indica Víctor que, al igual que Paula, no ocultan su preocupación por las modificaciones de última hora que la Cofradía de Dolores ha marcado para la emblemática retirada, variando el guión que se seguía desde 2012, precisan.
“El año pasado ya hubo problemas, pero consiguió hacerse”, recuerdan, explicando que la maniobra que se ejecutaba hasta ahora permitía que la banda le cantase de frente a la Esperanza, cuando ahora tendrán que hacerlo a su manto: “No estamos de acuerdo, pero entiendo que si llegas aquí al final de la procesión, con tanta gente esperando, y no cantas ‘Una madre’, los que vamos a quedar mal somos nosotros”, sostiene Víctor.
“No se trata de que queramos protagonismo, sino de un respeto a la gente, que hay muchísima que solo viene por la retirada”, afirma Paula, añadiendo que los han puesto “contra la espada y la pared”. Con todo, no avanzan cómo se va a proceder cuando llegue el momento cumbre, si es que el tiempo lo permite, pero sí aseguran que habrá canción.
Por su parte, desde la Cofradía explican que la motivación del cambio responde a garantizar la seguridad de las más pequeñas del tercio de la Esperanza, sin ofrecer más declaraciones al respecto.