Cuando abrió hace cuatro años, María Fajardo, propietaria del restaurante Nuevo Rumbo (Avenida 19 de febreiro de Serantes), no se imaginaba, nadie lo hacía, que muy poco después iba a tener que enfrentarse a una pandemia y a una crisis económica. 

Sin embargo, y pese a que el coronavirus y sus consecuencias se llevaron por delante muchos establecimientos de hostelería, Nuevo Rumbo resistió, y su responsable tiene claro que en eso tuvo mucho que ver “la clientela que tenemos. Nos apoyaron siempre y se portaron muy bien”. Así, el servicio de comida para recoger funcionó desde el principio. “Trabajamos muchísimo, gracias, insisto, a la clientela que tenemos, que estuvo siempre ahí apoyando. No nos podemos quejar en absoluto, hemos salido bien y, de hecho, puedo decir que cuando nos hicimos cargo de esto nunca contamos con tener tanta gente”.

Con raíces

El hecho de ser una persona conocida en la zona –los once años anteriores trabajó muy cerca de su ubicación actual, en el local social de la asociación de vecinos de Serantes– también ha contribuido a fortalecer esos vínculos con el cliente, pero, sobre todo, lo principal es lo que ofrece: “Nuestra apuesta es por la cocina tradicional, que es lo que la gente demanda”. En ese sentido, María Fajardo reconoce que los platos más servidos son el bacalao, el raxo, los chipirones fritos y, sobre todo, “el rape, que es una de las cosas que más pide la gente, tanto para comer aquí como para llevar para casa. También es cierto que siempre metemos productos fuera de carta, para probar otras cosas, pero lo que gusta es la cocina tradicional”.

La dueña de Nuevo Rumbo tiene claro que la clave en su caso es “la calidad de la comida y el precio. Eso es lo que nos dicen los clientes, que la relación calidad-precio es buena”, finaliza.