La veta artística de Ferrol no es sólo cosa del pasado. Hay muchos jóvenes ferrolanos que han encontrado su camino en las facultades de Bellas Artes y que ya están mostrando, aquí y allá, sus primeras obras. Uno de esos alumnos es Martín Núñez, un valdoviñés nacido en 2001 que propone un maridaje entre el retrato figurativo y el grafiti, con el trazo colorido como seña de identidad. Los clientes de la tienda Chavs, en Dolores, ya habrán podido apreciar su talento en un par de obras que recurren también a elementos ajenos o materiales no convencionales como el metal de una señal de tráfico. Este sábado, en el aniversario de la tienda, hará pintura en vivo, un día después de inaugurar en Pontevedra una exposición con unos cuantos compañeros de facultad.
Núñez se abre camino en este mundo y lo hace sin condiciones y sin complejos. Es uno de los artistas de la galería ferrolana Sarao que viajará en marzo a mostrar su talento en la feria Hybrid de Madrid y ya se ha lanzado a “actuar” sobre prendas de ropa.
El padre de Martín es dibujante de cómic y desde pequeño lo animó a pintar, a crear. Y, aunque tuvo dudas –relacionadas con una idea que suele causar estragos en las vocaciones como la de las supuestas salidas laborales de los estudios–, Martín llegó al momento de la decisión con la convicción de que la rama científica que había hecho en el bachillerato no era lo suyo. “Me di cuenta de que realmente de lo que estaba enamorado era de la pintura. Mi madre me dijo: Haz lo que te guste, las cosas llegan con el tiempo. Así que empecé Bellas Artes y la verdad es que fue de las mejores decisiones de mi vida. Es que ahora no me imagino otra cosa”, reconoce.
La obra de Martín Núñez está muy influida, explica, por el arte mural y el grafiti. A partir de aquí ha pulido un estilo que se muestra en toda su dimensión en el retrato figurativo. “Me gusta que los trabajos sean expresivos”, explica.
“Desde pequeño siempre que iba por la calle me fijaba en las paredes y me quedaba asombrado de cómo la gente podía hacer eso que hacía y con 14 o 15 años empecé a hacerlo”, comenta. Debido a la importancia que el arte callejero tiene en su obra, Núñez se niega a ocultarlo. Al contrario: “Me gusta dejar mi sello de identidad porque, al fin y al cabo, lo hice durante muchos años e intento darle la importancia que tiene”. Esa característica se traslada también a los materiales. “Utilizo un estilo inacabado, dejando huecos para jugar con los fondos, utilizando chapas o señales de tráfico viejas”, apunta.
Y, junto a todo ello, la moda, para muchos artistas una forma de expresión más. “En Chavs”, señala, “he tenido la oportunidad de poder sacar esos trazos del grafiti para imprimirlos en la ropa. La moda me gusta y quería aprovechar esa vía: plasmar mi estilo underground en la ropa”.