Nueva vida para los murales de Collado en la cafetería “El 135 de la Real” de Ferrol

Nicolás Cabalo abrirá de nuevo el establecimiento conocido hasta el momento como “Café Borsalino”
Nueva vida para los murales de Collado en la cafetería “El 135 de la Real” de Ferrol
Eduardo Hermida y Nicolás Cabalo, el pasado sábado, junto al mural de José María González Collado que atesora el local | Jorge Meis

Los amantes del arte y del café en Ferrol están de enhorabuena. Y es que el barrio de A Magdalena recuperará próximamente una de sus cafeterías más conocidas, que ha ido cambiado de nombre a lo largo de los años. Tras el reciente cierre del Café Borsalino, el establecimiento tendrá ahora una nueva vida bajo el nombre de “El 135 de la Real”, haciendo referencia al número de la calle en el que se ubica.


Al frente del negocio estará Nicolás Cabalo, que debutará como hostelero en el corazón de la ciudad naval. Los clientes podrán deleitar mucho más que su paladar ya que la aventura que ha emprendido es doble: además de ofrecer “desayunos, un café muy rico, chocolate con churros y meriendas”, se ha propuesto el reto de ensalzar el trabajo de una de las figuras más reconocidas en el mundo de la pintura, José María  González Collado. Para ello, restaurar los deteriorados murales del autor que se encuentran en el espacio se ha convertido en una oportunidad única para conseguirlo.


“En marzo estuve mirando locales y, en una conversación cruzada, como pasan las cosas interesantes, apareció que querían traspasar el Borsalino. Al principio no me había dado cuenta de lo que contenía pero empecé a investigar. Collado fue muy importante para Ferrol, es Hijo Predilecto, estuvo muy arraigado en la ciudad. Es interesante para la cultura y el arte ferrolanos que se le dé un reconocimiento”, explica Cabalo. 

 

 

Para ello contará con la ayuda de otro reconocido artista, Eduardo Hermida, que trabajó junto al dibujante e ilustrador en sus últimos años de vida. “Él fue alumno de Collado y estuvo en su estudio trabajando. Se lo pedí y se sintió muy honrado. Edu para mí también es patrimonio de Ferrol”, comenta.

 

Deterioro

“Es un acto de valentía, porque la verdad es que los murales están muy dañados y la responsabilidad es brutal. No hablamos de patrimonio del bar, sino de patrimonio de la ciudad. Voy a esforzarme todo lo que pueda para darles una nueva vida”, apunta por su parte, Eduardo Hermida. 


Añade que el estado en el que se ecuentran estas obras “es lo que más me asusta, porque se ve que picaron en ellas para pasar cableado y hay dos tiras que dañan muchísimo el mural. Además, hay muy poca información sobre el original”.


El hecho de haber compartido estudio con Collado, indica Hermida, facilitará esta restauración. “La suerte que tengo es que en los últimos años de Pepe Collado estuve trabajando con él. Le ayudé a hacer un par de piezas de gran formato y más o menos conozco bien la paleta. En ese tiempo aprendí muchísimo de él. El trabajo va a ser más de oficio que artístico”, especifica el también impulsor de Las Meninas de Canido.


Los trabajos de restauración comenzaron este mismo lunes. “Sé cuándo voy a empezar pero no cuándo voy a terminar”, apunta Hermida, que trabajará en la obra con el local ya abierto al público. La idea es que el establecimiento abra de manera inminente. “Voy a ser una atracción más para los clientes”, bromea, indicando que “puede ser una forma muy bonita de interacción”. Las tareas se centrarán, inicialmente, en eliminar los residuos incrustados en el mural. “Primero voy a limpiarlo un poco, a devolverle la pureza. Hay que tener en cuenta que antes en los bares se podía fumar y eso se va a notar”, explica.

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Eduardo Hermida y Nicolás Cabalo I Jorge Meis

Historia

Conocer más datos sobre los murales de González Collado –que ya estaban expuestos al público en el Café Borsalino– se ha convertido en un trabajo de investigación para Nicolás Cabalo, que indica que el local en sus orígenes estaba completamente decorado con ellos

 

La historiadora Esperanza Piñeiro, biógrafa del artista junto a Andrés Gómez Blanco, explica que el origen de estas obras se sitúa a mediados de los años 50 del pasado siglo.

 

 

Fueron encargados por el dueño de la cafetería La Suiza, Francisco López Rodríguez, que contaba también con una confitería contigua al local. Sus colores vivos hacían juego, explica Piñeiros, “con el tapizado de las sillas en plástico amarillo, muy novedosas para la época. Él conjuntó los murales con esa decoración rompedora de la época”.

 

Sin embargo, la humedad del local hizo que los murales originales se deterioraran. “A medidados de los años 60 le encargó una reproducción en tablero de esas obras, que se colocó con unos anclajes sobre la pared, dejando un poco de aire con la misma”, apunta la historiadora, que sostiene que los colores de estos últimos eran “más suaves, más pálidos y acordes a la nueva moda”. En los 80, la cafetería se reformó y cambió nuevamente de nombre: Galatea. Fue entonces cuando se retiraron los tableros –una muestra de uno de ellos está colgado en el portal de la vivienda ubicada en el número 159 de la calle Real– y se cubrió buena parte de la obra de González Collado con madera.


El local se llamó posteriormente Casablanca y, con las obras para abrir el Café Borsalino, aparecieron de nuevo algunos de los murales del reconocido pintor, a los que ahora Cabalo y Hermida pretenden dar una nueva vida para reconocer el trabajo del artista ferrolano. 

Nueva vida para los murales de Collado en la cafetería “El 135 de la Real” de Ferrol

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