Lo que empezó como una broma entre amigos, terminó con Óscar Lorenzo levantando la persiana de El Congreso 54 (calle Dolores) en abril de 2022. No contento con esta primera incursión en el mundo de la hostelería cuando siempre había estado al otro lado —en una distribuidora de vinos—, el pasado mes de septiembre abría su segundo negocio: El 21 Café, en el corazón del mercado central de A Magdalena.
“Me gusta complicarme la vida”, dice Óscar entre risas, confesando que ya tiene en mente un tercer proyecto que pasa por abrir otro establecimiento en la plaza de abastos, este con oferta gastronómica y que, como sucede en mercados de todo el mundo, conjugaría el producto fresco de calidad que se vende en los diferentes puestos con la posibilidad de cocinarlo a demanda.
Sin embargo, aunque es perseverante, Lorenzo no se muestra del todo optimista tras sufrir en sus carnes lo complicado que resulta emprender en este espacio municipal: “No es entendible que un lugar como este, con servicios como aparcamiento gratuito y en el que se pueden hacer mil cosas, se encuentre inutilizado y tanto clientes como placeros estén descontentos”, critica.
“Estoy muy satisfecho con el trato que me han dado los funcionarios, se han portado de diez, pero reconozco que es difícil. No sé si es responsabilidad de los políticos o del sistema, pero hay que agilizar y facilitar el acceso a los puestos del mercado”, pide el hostelero, denunciando que “hay muchos que llevan años vacíos”.
Cree que el problema reside, precisamente, en que “los funcionarios son pocos y la gestión del papeleo es criminal”, pero señala también que el Concello no es lo suficientemente contundente con los adjudicatarios de los puestos que permanecen cerrados. “Deberían mandarles una instancia con un plazo para que levanten la persiana o, de lo contrario, que se ponga a disposición de la gente que lo haya solicitado o salga a concurso”, traslada.
Por si fuera poco, Lorenzo añade que “quizás te lleves una sorpresa extra cuando tengas todo preparado y te des cuenta de que no hay electricidad. Y la empresa calcula que tienes que esperar seis meses”, una circunstancia que vendría a ser la gota que colma el vaso de la paciencia de los emprendedores.
“Porque soy de Ferrol y le tengo mucho cariño a la ciudad, pero en este pueblo va todo muy lento”, lamenta, valorando que en un momento como el actual, con gente volviendo a vivir aquí, “hay que aprovechar esa inercia y agilizarlo todo”. Enumera otras circunstancias que juegan en contra de la dinamización del mercado, como que eche el cierre a las 16.00 horas, no haya personal de seguridad ni tampoco regulación del uso del aparcamiento.
Asimismo, sostiene que no hay acceso a la wifi, los puestos no disponen de fibra, no hay ayudas “y no se promociona. Sin ir más lejos, en Navidades vinieron cuatro señores a cantar un villancico, pero no tuvimos luces, música ni animación... Ojalá que le den un impulso, pero rápido”.
De regreso a El Congreso, reconoce que la dinamización tampoco es sencilla porque, si bien se han volcado desde el principio con las previas y los partidos del Racing y también con la música en directo, la hostelería del centro ve con impotencia cómo “hay ocho vecinos que han montado una entidad para quejarse, porque les molesta todo, y lo peor es que les hacen caso. Te quitan las ganas”.
Desea que “nos dejen trabajar” y pone sobre la mesa que Ferrol es un lugar muy estacional que te obliga a una resistencia estoica en “los meses malos”, por eso no comprende que en vez de dar facilidades, se lo pongan todo mucho más complicado: “Si no lo das todo aquí, te mueres. Hay que buscar una disculpa para que baje la gente”, concluye.