Rincón del Motorista | Desayuno dominguero motero en el café ferrolano The Start

Que los moteros somos gente enrollada es de todos sabido, pero lo que quizás algunos no sepan es que los vespistas ganan por goleada
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Marisol y Sito, dos socios del Vespa Club Ferrol que viven en Melide | Cedida

Los chinos atacan de nuevo y ahora lo hacen con una trail, el tipo de moto que hace furor entre los motoristas, incrementando día a día sus ventas. Quizás sea este el motivo por el que de la mano de la marca Kove aparece en el mercado la Kove 800 X Pro, que con sus 94,5 CV y 171 kilos –en seco– viene a competir directamente con marcas como Aprilia Tuareg, KTM 790 Adventure, Honda Transalp, Suzuki V-Strom 800 o Yamaha Ténéré para hacerse con una parte del mercado de las 800, lo que, en vista de la calidad de sus componentes y la robustez del conjunto, a la Kove no le será difícil conseguir, muy a pesar de los incrédulos que con sus prejuicios no quieren ver más allá de sus narices con sus peregrinos argumentos –“es que es una marca china”, “a ver si aguanta el chasis”–. 

 

Cuando tengan ocasión de verla y algunos de probarla, sin duda cambiarán de opinión, incluso los especialistas, ya que la Kove tiene valores suficientes, su relación peso/potencia entre ellos, para situarse  a la cabeza del grupo en el que ya está integrada.


Con un diseño actual y minimalista, la 800 X Pro tiene un marcado carácter deportivo, al que contribuyen las suspensiones multirregulables KIB y el amortiguador de dirección con los que viene equipada de serie. La forma y altura del asiento proporciona comodidad a los usuarios más bajos; por el contrario, los más altos rodarán más cómodos conduciendo de pie sobre los estribos, al menos en conducción fuera de carretera. Se trata de una moto ligera –171 kilos– y potente –94,5 CV– de la que sus usuarios, a buen seguro, disfrutarán tanto en utilización en pistas de tierra como en carreteras asfaltadas.


Jornada


Que los moteros somos gente enrollada es de todos sabido, pero lo que quizás algunos no sepan es que los vespistas, en ese aspecto, les ganan por goleada. Es que resulta que los usuarios del conocido escúter, además de enrollados, son gente abierta y con una empatía envidiable. 


Los socios del Vespa Club Ferrol, Golfos&Kinkis son buena prueba de ello y lo demuestran en los paseos y rutas que casi con periodicidad semanal realizan para disfrutar de su escúter. La Vespa es el escúter por excelencia. El tamaño de sus ruedas y la posición del conductor son la referencia a la hora de clasificarlas cono escúteres (del término inglés “scooter”), siendo precisamente esto lo que los define. 


La Vespa es una moto de ruedas pequeñas, con una plataforma para apoyar los pies y una plancha protectora en su parte delantera. Sus peculiaridades obligan a extremar las precauciones a la hora de circular con ella, ya que el diámetro de sus ruedas, las suspensiones y la situación del motor son determinantes y, a la hora de conducir, exigen una atención especial por parte del piloto para hacerlo.


El café The Start en la calle Magdalena habilitó el pasado domingo su terraza para acomodar a los más de 50 socios del Vespa Club Ferrol, la mitad de los más de 100 que integran el club, para degustar un apetecible desayuno como paso previo a la salida de la ruta que realizaron por la comarca. 


El Start fue el punto de reu-nión y partida de los moteros, a quienes acompañó el buen tiempo para disfrutar con sus motos de un grato paseo mañanero, Monteventoso y Cabo Prioriño, en las proximidades del puerto exterior, fueron lugar de paso de la ruta que, como era previsible, terminó con una comida que degustaron a su paso por Esmelle.


La Cochera fue el lugar elegido por las vespas y sus conductores para hacerlo. Marisol y Sito, dos socios del Vespa Club Ferrol residentes en Melide, no faltaron a la cita y se desplazaron hasta aquí  para asistir a la ruta, de la que disfrutaron, en grata compañía, con sus colegas del Vespa Club Ferrol. Ya al atardecer, después de una animada sobremesa, los visitantes se apresuraron para retornar a Melide, unos cuantos kilómetros más y, de nuevo, en casa.El viaje mereció la pena. 

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