A finales del pasado mes de febrero, el Gobierno central anunció la aprobación definitiva de los Planes de Ordenación del Espacio Marítimo (POEM); una suerte de hoja de ruta para los diferentes usos del entorno costero esencial para el desarrollo de la eólica marina en España. Este documento, demandado por Europa desde hace años, ha sido, a su vez, un constante punto de fricción entre dos de los principales sectores con actividad en dichas áreas: el pesquero y el energético, dado que el primero considera que la instalación de parques es incompatible con su medio de ganarse la vida.
En este contexto, el Club de Prensa de Ferrol dedicó esta mañana la última sesión de su serie de jornadas Conversas no Parador a este tema, contando para ello con un invitado de lujo: el catedrático en Derecho Administrativo, experto en Derecho Ambiental y director del Observatorio del Litoral, Francisco Javier Sanz Larruga. Así, durante el evento, que tuvo un importante carácter técnico pero también un tono distendido, Sanz Larruga desgranó tanto la labor y las diferentes acciones llevadas a cabo por el organismo que encabeza, como el origen, finalidad e importancia de los POEM.
De esta forma, el experto apuntó que los mencionados planes llegaron “con dos años de retraso”, lamentando las “prisas” en su aprobación, principalmente a causa de la invasión rusa a Ucrania. En este sentido, la necesidad de reforzar la soberanía energética europea aceleró el proceso, lo que trajo consigo que “la voz de la pesca” no se escuchase en la conversación sobre el futuro costero como se debiera –al contrario, apuntó el catedrático, que el Observatorio da Eólica Marina de la Xunta, donde participan de forma activa todos los actores que intervienen en el entorno marítimo–.
Esta situación, subrayó Sanz Larruga, se ve agravada por el hecho de que ya se sabía que los planes podían ser una fuente de conflicto, por lo que el diálogo era un paso esencial. A modo de ejemplo, el experto señaló que, España en general y Galicia en particular, cuenta con una placa continental reducida y muy rica en biodiversidad, lo que limita mucho el espacio en el que se pueden instalar parques eólicos y que estos coinciden con importantes caladeros. En el extremo opuesto se situaría Reino Unido, con una placa mucho más extensa, pero donde la implantación de esta tecnología ha terminado por generar conflicto en el sector. Teniendo en cuenta esta tesitura, el catedrático lamentó que el Gobierno no hubiese anticipado la oposición del sector pesquero.