La ordenación del tráfico rodado es una de las labores más complicadas y a la vez controvertidas de todo gobierno local. Al margen de debates sobre el modelo de movilidad, que en sí ya genera constantes enfrentamientos, establecer un sistema que satisfaga o al menos respete las posiciones de todos los colectivos implicados –conductores, peatones, comerciantes y hosteleros, por ejemplo– puede resultar harto difícil.
Así, numerosos vecinos del barrio de Ultramar trasladaron en las últimas semanas a Diario de Ferrol su preocupación por la situación del tráfico en la zona, un problema que se arrastra desde hace años y que ahora, con las obras de la avenida de As Pías, parece haberse agravado. Vehículos aparcados en las esquinas restando visibilidad o estacionados en doble fila –incluso en ambos lados de vías de doble sentido–; furgonetas y camiones de reparto bloqueando los viales o turismos circulando a más velocidad de la permitida son algunas de las quejas más recurrentes de los habitantes del área.
Esta situación, asimismo, se ve agravada los fines de semana –concretamente durante el mediodía– por la gran popularidad de sus locales de hostelería entre los ferrolanos, que se acercan hasta la zona para disfrutar de un aperitivo y, en ocasiones, optan por estacionar en lugares no permitidos ante la dificultad de encontrar una plaza legítima.
No obstante, esta coyuntura, como señala la AVV de Ultramar, no se debe al incivismo, al menos únicamente, sino a un conjunto de factores, comenzando por la falta de plazas de aparcamiento. “Somos un barrio muy pequeño con muchos habitantes y no tenemos ninguna opción de parking como puede haber en otros sitios”, detalla Natalia Ares, presidenta de la entidad, señalando que antes había la opción de O Bertón, que muchos vecinos desconocían, pero que a día de hoy en muchas ocasiones “también está saturado”.
“La gente aparca donde puede, pero el problema de esto es que muchas veces no está permitido donde puedes”, lamenta Ares, incidiendo especialmente en los estacionamientos en las esquinas de las confluencias de calles, un problema concreto que ya se ha trasladado en varias ocasiones al gobierno local –“en octubre o noviembre del año pasado incluso vino la concejala y le sorprendió”, narra la presidenta–.
“Es un problema de civismo, pero también de que no tenemos alternativa”, apunta Natalia Ares, incidiendo en que incluso las plazas privadas son limitadas. Sin embargo, la propia representante vecinal subraya la otra cara de la moneda, es decir, las consecuencias de estas prácticas. “El problema es que no nos damos cuenta de que aparcar mal, aunque sean ‘dos minutos’, como dice mucha gente, implica que si viene una persona mayor o en silla de ruedas o con un carrito de bebé no va a poder pasar y esos dos minutos para ti se van a convertir en 30 para esa persona, que va a tener que dar toda la vuelta hasta encontrar una esquina libre”, lamenta.
Otro factor que explica el empeoramiento de la situación son las obras de As Pías, que han aumentado notablemente el flujo de coches y vehículos pesados, además de eliminar numerosas plazas de aparcamiento en las calles Santa Comba y Adolfo Ros y el aumento de la ocupación en O Bertón.
Una tercera circunstancia que, según los vecinos, está provocando esta suerte de caos circulatorio es la falta de presencia policial en el barrio.
A este respecto, el jefe de la Policía Local, José Antonio Chao, explica que, como otros problemas, todo deriva de “la falta de recursos”. “Entiendo que ahora Ultramar pueda quejarse, sobre todo porque todas las obras importantes que se están haciendo en la ciudad redundan mucho en los tráficos del barrio. Por lo tanto, algo que antes no tenías y que ahora durante un período de tiempo vas a sufrir, que es el incremento sustancial de los tráficos, te hace ver alguna problemática que antes podías tenerla pero pasaba desapercibida”, detalla Chao. En este sentido, el máximo responsable de la Policía municipal señala que esta coyuntura “no ha cambiado mucho salvo en esa densidad”.
“También puedo entender que hay barrios que piden más presencia policial, por esto o por problemas distintos del tráfico, y que por tanto otras zonas también quieran ese nivel de atención”, apunta, en referencia a las quejas de una mayor presencia de agentes en la zona centro, aunque subrayando que no han recibido ninguna queja formal al respecto y que, en cualquier caso, “cualquier petición que hay se atiende”. El principal problema, insiste, es que el número de efectivos es finito y que incluso cuando se va a un barrio a atender una demanda se puede dar el caso de que ese día la situación denunciada no sea tan patente como la que puede vivir alguien que la ve todos los días. “Tendríamos que tener una distribución territorial que nos permitiese estar en esa zona con mucha más frecuencia de la que estamos, pero no somos capaces y todos los barrios tienen problemas, por lo que tenemos que establecer un catálogo de prioridades, de tipologías de problemas”, explica.
Ante esta situación, profundiza, se realiza un análisis de la misma, “si tiene una solución fácil, se aplica, y si no, se establece un programa de intervención para ver hasta dónde podemos llegar”, concluye.
Respecto a cómo abordar esta problemática, desde la entidad vecinal se señala que no existe una solución como tal, pero que sí se han planteado alternativas para, al menos, aliviar la situación.
“Hemos presentado algunas en los últimos años a los diferentes gobiernos”, detalla Natalia Ares, señalando que “se puede, aunque no hay territorio para hacer un parking, reorganizar el tráfico para habilitar más plazas de aparcamiento”. A modo de ejemplo, la presidenta de la AVV señala que en 2018 se hizo “una reordenación en algunas calles”, cambiando calles de doble sentido a dirección única. “Al quitar un carril se habilitaron plazas de estacionamiento en espiga y entonces así había más espacios”, explica. No obstante, esta iniciativa se realizó solo en algunos de los viales, cuando la entidad apuesta por aplicarla “a muchos más”, considerando que, a día de hoy, es la única solución viable a este problema dada la falta de espacio efectivo.