Xosé Francisco Delgado, sacerdote de Ferrol: “Para mí fue un gran honor estar 25 años al servicio de la Virgen de los Dolores”

Con la reapertura de la iglesia han sido muchos los que se han acordado del que fuera su párroco
Xosé Francisco Delgado, sacerdote de Ferrol: “Para mí fue un gran honor estar 25 años al servicio de la Virgen de los Dolores”
Xosé, el pasado miércoles, en una sala de “Mi Casa” | LARA DE LA IGLESIA

Los feligreses de la iglesia de Dolores, con su reapertura, se están acordando de un modo especial de Xosé Francisco Delgado (Ferrol, 1956), el que fuera su párroco durante un cuarto de siglo y al que muchos ferrolanos también recordarán por sus narraciones en el Santo Encuentro o sus bendiciones el Domingo de Ramos.


“Retranqueiro”, gran conversador —como buen “licenciado de aldea”— y amigo de los vulnerables, hace tiempo que Xosé prefirió pasar a un segundo plano porque, explica, “me pongo muy nervioso cuando tengo que sustituir a algún colega; con mi ‘vista de águila’, con 30 y 10 dioptrías en cada ojo, me tengo que saber todo de memoria”, asegura.


A pesar de que recibe con emoción las muestras de cariño, insiste en que “esta situación me molesta” cuando le preguntamos por los textos que se han popularizado sobre su labor en las redes sociales: “Eso de lo que hablan lo hacen casi todos mis ‘compas’ y no es para ponerse un cartel”, advierte con humildad, demostrando que le gusta tan poco la Semana Santa que ni siquiera es capaz de sacarse en procesión a sí mismo.

 

Los pobres


De los 42 años como sacerdote, Xosé estuvo en unas veinte parroquias antes de llegar a la de Amboage. Empezó en As Pontes, donde además se dedicó a enseñar y a la pastoral juvenil. Después desembarcó en la ciudad, estando en lugares como San Pedro de Marmancón o Mandiá, enumera, acordándose muy especialmente del sacerdote José Manuel Quintana, fallecido recientemente y con el que llegó a ir dos veranos a realizar labor evangelizadora en el Bronx (Nueva York).

 

 

Xosé es ahora de lágrima fácil y se emociona, por ejemplo, al contar que son los pobres, los que estaban en las puertas del Carmen, los que más preguntan por él: “Mogollón de gente se preocupa, me llama, me manda recuerdos... Y, sobre todo ellos, con los que me metía como si fuera de los suyos, son los que más me echan en falta”, valora.

 

Una misión difícil


Cuando Xosé aterrizó en Dolores y lo hizo hablando habitualmente en gallego, se ganó el apodo de “el cura bloqueiro” y provocó no pocas polémicas entre algunos feligreses que, como le confesaron tiempo después, “siempre pensaron que lo que tenía que hacer era aprender castellano”. No obstante, la misión más complicada para él no fue superar los prejuicios lingüísticos, sino cumplir con la encomienda del obispo Gea Escolano y ordenar las cofradías.


“No soy de Semana Santa, ni siquiera le cogí cariño”, admite, “pero soy partidario de que cuando te mandan hacer una cosa que no te gusta, debes hacerla mejor”. Bajo esa premisa, se estudió los reglamentos de las hermandades de Andalucía y consiguió, valora, “que aquí no fueran patrimonio de familias porque las procesiones son de todos, creyentes o no, que Jesús murió por todos”.

 

 

Recuerda también, como otra de sus aportaciones, que los cortejos salgan ahora desde las iglesias y que siempre haya un capellán en las presidencias. “Queda mucho por hacer, pero afortunadamente quedé libre de ese compromiso. Desde que soy mayor estoy para echar una mano como los mayores en las familias, pero no para tener responsabilidades”, añade.

 

La iglesia


Él, que miró siempre por la iglesia de Dolores y fue haciendo arreglos, no ha encajado muy bien que en estos siete años solamente le llamasen una vez para consultarle, pero no es hombre de polémicas y, por ahora, ha evitado ir a ver cómo quedó. “Tengo que estar un poco más sereno cuando vaya. Emocionalmente quiero dejar tiempo para que se enfríe el calentamiento e ir con tranquilidad, ecuanimidad, y abstenerme de decir algo en contra porque ellos lo hicieron lo mejor que supieron seguro”, reconoce.


Por último, Xosé quiere trasladar a las personas que preguntan por su misión que él sigue su sacerdocio como si fuera un abuelo pero “sin tener nietos que llevar a las actividades” y sostiene, emocionado, que “para mí fue un gran honor estar 25 años de mi vida al servicio de la Virgen de Dolores. Esa es mi gran satisfacción y no quiero que se enfríe por un disgusto. Y como dicen: ‘Si en algo ofendí, disimulen’”. 

Xosé Francisco Delgado, sacerdote de Ferrol: “Para mí fue un gran honor estar 25 años al servicio de la Virgen de los Dolores”

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