Un convulso abril para la plantilla de Sargadelos en Cervo

Un cierre sin autorización administrativa tras una inspección con 36 deficiencias señaladas y multa sorprendió al personal de Sargadelos en Cervo (Lugo) el pasado 2 de abril y días después, el 7, lo hizo un acuerdo entre la Xunta y el administrador, Segismundo García, para poder recuperar el trabajo
Un convulso abril para la plantilla de Sargadelos en Cervo
Fotografía de la entrada a la fábrica de Sargadelos | EFE/ Pedro Eliseo Agrelo Trigo

Un cierre sin autorización administrativa tras una inspección con 36 deficiencias señaladas y multa sorprendió al personal de Sargadelos en Cervo (Lugo) el pasado 2 de abril y días después, el 7, lo hizo un acuerdo entre la Xunta y el administrador, Segismundo García, para poder recuperar el trabajo.


Este compromiso, del que apenas han trascendido detalles, incluye un estudio de las posibles mejoras en la protección de los empleados de la cerámica, después de que la autoridad laboral detectase que una trabajadora había enfermado de silicosis; y apoyar posibles obras de adecuación de unas instalaciones que están catalogadas como 'Bien de Interés Cultural' (BIC).


La reacción del dueño a la visita para verificar el cumplimiento de la legislación fue una carta con la que monopolizó tanto la atención política como mediática en la que indicaba que, debido a la dificultad "para respetar y acometer la normativa vigente", pues no demorar el cierre es lo "obligado" para de ese modo evitar "sanciones, sinsabores y dar satisfacción cumplida".


Los empleados de la planta, a raíz del expediente abierto y de esa maniobra empresarial, estuvieron sin trabajar al encontrarse con las puertas de la factoría cerradas y algunos consumieron vacaciones, una fórmula aconsejada por Segismundo García.


Tras el pacto entre Gobierno gallego y propietario, el titular de Trabajo, José González, insistió en que los fallos por negligencias o incorrecciones eran "subsanables" y en que no hay "riesgo inminente" para la salud, mientras que el Ministerio de Trabajo apuntó que las actuaciones impulsadas en la compañía gallega estaban motivadas por la solicitud de un "informe de enfermedad profesional".


De hecho, el departamento que dirige Yolanda Díaz aseguró a los medios de comunicación que los 5.000 euros de sanción obedecieron a la falta de medidas adecuadas para evitar la exposición de una de las personas contratadas al polvo de sílice en su puesto.


El argumento de que "nuestra salud corre peligro", junto al coste de las reformas exigidas, son de los que se ha valido Segismundo García para el precintado.


No trasladó protocolo, documento o finiquito alguno y la actividad sí se mantuvo en el otro centro industrial del grupo, situado en Sada (A Coruña).


García, que en este pulso se declaró, siempre vía misiva, "harto" de apercibimientos e intimidaciones, empezó su relación con Sargadelos en la década de 1980, cuando quiso levantar una franquicia en el municipio lucense de A Pontenova en el que nació.


En los noventa entró en el accionariado y en 2008, en un momento muy crítico para la empresa, asumió el cargo de consejero delegado.


Llegó a dimitir del mismo transcurridos siete meses por la falta de apoyos para implementar cambios, pero siguió comprando títulos hasta lograr hacerse con el control total.


La fábrica, conocida por sus diseños en blanco y azul cobalto, fue creada en 1806 por Antonio Raimundo Ibáñez, marqués de Sargadelos, y refundada a finales de la década de los setenta del siglo pasado por los intelectuales galleguistas Isaac Díaz Pardo y Luis Seoane. 

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