La cifra de muertos en la devastada Franja de Gaza desde el comienzo de la guerra de Israel contra Hamás, hace más de once meses, roza ya los 41.200, después de que el Ministerio de Sanidad del enclave registrase ayer el fallecimiento de 64 personas en los ataques israelíes de los dos últimos días.
La oficina, controlada por Hamás, contabiliza 41.182 muertos y 95.280 heridos en el enclave desde el comienzo de la guerra, y estima que los cuerpos de unos 10.000 desaparecidos continúan enterrados bajo los escombros, sin que los equipos de rescate puedan acceder a ellos.
Este sábado, uno de los ataques más letales se produjo en los alrededores de la escuela Arqam, al noroeste de Ciudad de Gaza, que sirve de refugio a palestinos desplazados. El portavoz de la Defensa Civil gazatí, Mahmud Basal, dijo que cinco personas murieron en el bombardeo, mientras que varios medios palestinos publicaron imágenes que muestran a gente buscando a sus seres queridos entre los escombros.
El ejército israelí confirmó haber atacado dos edificios cercanos a la escuela Arqam, y dijo que ambas estructuras eran utilizadas por milicianos de Hamás para organizar ataques y construir armas. Como siempre que atacan estructuras civiles en Gaza, las fuerzas israelíes enfatizaron que el grupo islamista utiliza a la población gazatí como escudo, y aseguraron que tomaron precauciones para no dañar a civiles antes del ataque.
Además, al menos once personas (entre ellas cuatro menores y una mujer) murieron tras un ataque de madrugada contra una residencia familiar cerca de la escuela Shujaiya de la capital gazatí, y otras dos fallecieron en un ataque de artillería israelí en la localidad de Beit Hanoun, en el norte de Gaza, según Basal.
Todo mientras las negociaciones para un alto el fuego que permita también liberar al centenar de rehenes israelíes que aún permanecen en el enclave se encuentran estancadas, a pesar del esfuerzo de los países mediadores (Estados Unidos, Egipto y Qatar) para relanzar las conversaciones.
El principal escollo reside en la insistencia de las autoridades israelíes (y en especial el primer ministro, Benjamin Netanyahu) en mantener una presencia militar en dos puntos clave de la Franja: el corredor Filadelfia, que la separa de Egipto, y el corredor Netzarim, una ruta artificial creada por el ejército israelí que separa por la mitad el territorio.
Hamás reiteró en numerosas ocasiones que no firmará un acuerdo que no incluya la retirada total de las fuerzas israelíes del enclave. El Ministerio de Exteriores de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), que gobierna en partes reducidas de Cisjordania ocupada y podría tomar el control de Gaza en una hipotética fase de posguerra, advirtió este sábado contra los intentos de las autoridades israelíes de aislar el norte del enclave.
La oficina dijo que considera las evacuaciones en el norte del territorio “un preludio al comienzo de la anexión de partes esenciales de la Franja en preparación para el establecimiento de asentamientos en ella”.
Ya desde el comienzo de la guerra, las fuerzas israelíes trataron de aislar el norte y el sur de Gaza, construyendo una larga carretera que divide en dos el enclave (el corredor Netzarim), y donde tropas lanzan incursiones.
En julio, Israel ordenó la evacuación de Ciudad de Gaza y abrió dos rutas hacia el sur para que los civiles se desplazaran hacia una pequeña “zona humanitaria” que de cuando en cuando sufre ataques y que se ha visto reducida ante las constantes órdenes de evacuación.
Algunos ministros del Gobierno israelí ven con buenos ojos el establecimiento de colonias en el enclave. Aunque no es una postura mayoritaria, parte de la sociedad israelí considera que la retirada unilateral de los asentamientos judíos, en 2005, permitió a Hamás hacerse fuerte en Gaza y lanzar su ataque del 7 de octubre. Aun así, Netanyahu, aseguró que no tiene planes de promover una nueva política de asentamientos una vez termine la guerra.