Rusia está recurriendo a misiles de mayor precisión y con más capacidad destructiva mientras Ucrania busca formas para proteger sus centrales eléctricas y evitar grandes apagones en medio de la escasez de modernos sistemas de defensa antiaérea.
"Una diferencia clave con respecto a los ataques rusos al sistema energético de hace uno o dos años es que ahora son más precisos", dijo a EFE el director de Programas de Energía de Razumkov Center de Kiev, Volodomir Omelchenko.
Omelchenko atribuye esto a "decenas de miles de componentes modernos" que Rusia ha podido conseguir pese a las sanciones del mundo occidental.
Según la Fuerza Aérea ucraniana, Rusia usó misiles Kh-69, una versión modernizada de los misiles Kh-59, en los ataques del jueves pasado contra la termoeléctrica de Tripillia, cerca de Kiev.
"Sus componentes se fabricaron en 2023. Podemos ver que Rusia sigue desarrollando la producción de misiles", dijo el portavoz de la Fuerza Aérea, Illia Yevlach, a la televisión ucraniana.
El exitoso ataque ruso despertó temores de que incluso la región mejor protegida de Ucrania sea ahora vulnerable a ataques con misiles.
"Para nosotros se trata de un nuevo misil y por eso estamos examinando qué podemos hacer en contra", dijo Yevlash.
Yevlash cree que el sistema de defensa Patriot, fabricado en EEUU, puede estar en condiciones de derribar ese tipo de misiles como lo ha hecho con otros más complejos como los Zircon y Kinzhal.
El misil Kh-69 usa un sistema similar al del Storm Shadow/SCALP-EG en el que se almacena una imagen del objetivo, dijo el analista militar Ivan Kirichevski en sus redes sociales.
Según el analista, otros tipos de misiles rusos también se han hecho más destructivos debido a que Rusia ha aprendido lecciones de sus ataques anteriores al sistema de energía de Ucrania.
"Un misil Kh-101 tiene ahora 800 kilos en lugar de 450 kilos de explosivos y puede hacer el doble de daño", explicó.
En busca de soluciones Alemania enviará a Ucrania un sistema de defensa Patriot de forma inmediata así como más munición, anunció el sábado el presidente ucraniano, Volodomir Zelenski.
Ucrania negocia sobre el envío de dos sistemas Patriot y uno SAMP/T, reveló antes el ministro de Exteriores Dimitro Kuleba.
Aunque esos sistemas ayudarían al menos a defender algunas centrales eléctricas importantes, "ningún país del mundo estaría en condiciones de defenderlas todas", dijo a EFE el analista militar Sergi Grabski.
Los ataques recientes pusieron también de relieve la importancia de las estructuras físicas para defender las centrales.
Según el director de la Autoridad de Supervisión Energética de Ucrania, Ruslan Slobodian, las barreras físicas pueden proteger las infraestructuras de drones y fragmentos de misiles derribados.
Sin embargo, hay construcciones que no se pueden proteger como la sala de máquinas de la estación de Tripilia, un edificio de varios cientos de metros que fue alcanzado por un impacto directo.
Según el primer ministro de Ucrania, Denis Shmigal, el país trabaja "día y noche" para reparar las infraestructuras dañadas.
Sin embargo Ucrania podrá tener que enfrentar ya en este invierno un déficit energético del 30 por ciento, incluso si no hay nuevos ataques, según el experto en energía Oleksandr Jarchenko.
También para el periodo de más alto consumo en verano, en julio y agosto, hay que contar con apagones, advierte, mientras se hacen trabajos de mantenimiento en las centrales nucleares.
Grabski cree que los ataques continuarán puesto que Rusia procura "crear un desierto en Ucrania".
Rusia es consciente, según Grabski, de que "no puede conquistar todo el país" e intenta producir daños duraderos a su economía y sus condiciones de vida atacando a la infraestructura más vulnerable.
La planeada descentralización de la generación de energía, con la construcción de cientos de pequeñas centrales, podría hacer la infraestructura menos vulnerable, según las autoridades ucranianas.
Sin embargo no es claro que Ucrania pueda alcanzar ese objetivo lo suficientemente rápido para evitar una repetición del invierno de 2022 cuando millones de ucranianos tuvieron que soportar horas o hasta días sin calefacción y sin electricidad y con temperaturas bajo cero.