Hay que dar tiempo para descifrar lo que realmente pretende Donald Trump, que es como quien entra en una tienda con cara de loco y un bate de béisbol, y amenaza con romper la porcelana si no le dan algo de lo que pide. Lo que ya está fuera de discusión es que ha iniciado una persecución política de los jueces, periodistas y funcionarios, que no han querido bailarle el agua en los últimos cuatro años, además de entrar en claro choque con el derecho internacional y con la propia constitución estadounidense. Su referente en España es su mayor admirador, Santiago Abascal, y el problema del PP, como el de los conservadores británicos o los demócrata-cristianos alemanes, es que para Trump son la “derecha-woke”, que traducida a nivel de no iniciados en la nueva terminología política, vendría a ser como una derechita cobarde en manos de unos mari-complejines. Vamos a vivir momentos emocionantes.