La Ley del Péndulo viene a decir que cuando un imperio o una ideología alcanza su apogeo, se producirá un movimiento de signo contrario, bien por agotamiento del modelo o por haber generado una reacción de respuesta. Puede que esto ya esté pasando con el feminismo, un movimiento que arrancó hace más de un siglo y que ha progresado muy unido en sus primeras etapas, en las que reivindicaba el voto para las mujeres, la entrada en el mercado laboral, el acceso a los anticonceptivos y leyes paritarias. El hecho es que cuando aún queda camino por recorrer en algunas de estas demandas, irrumpió un concepto de identidad de género que rechaza la clasificación biológica entre hombres y mujeres, que no sólo ha dividido al feminismo sino que ha rearmado al 30% de la población española que cree que las feministas odian a los hombres, y que no buscan la igualdad sino dar la vuelta a la tortilla.