Los “locos” de la política

Crece el número de políticos que cultivan una locura impostada para disfrazarse de guerrilleros que campean fuera del sistema. Sus propuestas tratan los síntomas y no la causa de la enfermedad, pero poco importa porque reciben los votos para llegar al poder, y porque siempre habrá un cabeza de turco al que echar la culpa de que la enfermedad continúe. Han descubierto que a sus votantes no hay que venderles un programa, sino la nostalgia de lo que fueron y han dejado de ser (Trump), o la frustración de lo que pueden ser y nunca son (Miley), o la venganza de un territorio vaciado como Jácome en Ourense.


Unos usan la cabeza para pensar en cómo solucionar problemas, y otros para embestir y desahogarse previa degustación a la carta de los bulos que confirman que tienen razón para estar cabreados. En nuestra Villa y Corte aún están en la fase de destilar mala educación y escanciar burradas.

Los “locos” de la política

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