Recta final

Los días se precipitan para acercarnos al cierre de este 2024, entre las luces que inundan calles y casas, el bullicio de las fiestas, el olor a hogar que emanan las cocinas. En medio de todo eso, me he refugiado en un rincón de escritura, no, no es el mío habitual, hoy escribo desde casa de mi madre. Me he refugiado en el despacho de mi padre, impregnado de olor a libro, donde todo permanece casi intacto, su ordenador, sus cuadernos, sus bolígrafos, sus recuerdos. La casa en silencio, el día todavía no ha despertado, así que habito ese espacio para hacer balance. Tiempo de recordar desafíos superados, aprendizajes adquiridos, compromisos cumplidos y deseos que esperan una próxima oportunidad.


Revisito mi lista de promesas del año pasado. Ni tan mal. Me he mantenido bastante fiel a mis anhelos: he afrontado nuevos retos profesionales con lo que sin duda he crecido y desarrollado nuevos recursos, he dedicado tiempo a quienes amo, no tanto como me hubiese gustado, hay margen de mejora para el 2025. No han faltado las formaciones, la IA y sus posibilidades ha sido mi gran descubrimiento. He paseado por el bosque, respirado el mar. Sigo escribiendo, sola y en “colmena”. Imprescindibles los descubrimientos lectores mensuales. No fue París, pero sí Biarritz y los rincones de mi Donosti natal, y más viajes para descubrir y para revisitar. Libre ha seguido siendo mi fragancia más habitual, pero huelo cambios.


Toca estrenar nuevo cuaderno de bitácora, plantear la ruta de 2025, donde no faltarán muchos de los compromisos del año anterior. Siento que es tiempo de consolidar, no ajeno a cambios, por supuesto, pero donde ya hay mucho avanzado. No hay cuenta atrás sino hojas en blanco para escribir nuevas historias. 
Sin ser ajena a la inteligencia artificial y la tecnología, apuesto por un año más natural, donde lo analógico recupere espacio, donde los teclados no sustituyan al 100% los cuadernos y bolígrafos. Un año donde las guerras que parecen lejanas, el barro que no ha llegado a mis pies o las miserias que no me rozan, me sigan haciendo más consciente y humana, sentir cerca y colaborar en mi metro cuadrado. Seguir escribiendo y leyendo. Escuchar, escuchar más y mejor, sin que me puedan las prisas o mis certezas, a veces inciertas. Atesorar el tiempo, cuidarlo para que permanezca en niveles óptimos para mis personas favoritas y para mí misma. Viajar, descubrir lugares pequeños y lugares grandes, mundos cercanos y mundos lejanos, siempre con la mirada atenta y la curiosidad juguetona. Seguir soñando y seguir viviendo el aquí y el ahora. ¿El perfume? Me inspira la canela y el oud, ¿será que necesito raíz?


Así que, mientras se apagan las últimas horas de este 2024, te invito a que brindemos por lo vivido, lo aprendido y lo que dejamos atrás. Y un deseo, no por cambiarlo todo, sino por seguir adelante con la versión que construimos cada día de nosotros mismos. Al fin y al cabo, como decía Machado: “Hoy es siempre todavía.”

Recta final

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