Rosendo Cid, en la galería Nordés

Expone en la galería Nordés Rosendo Cid (Ourense, 1974), un artista polifacético, formado en la Universidad de Vigo, en la especialidad de escultura, pero con una trayectoria multifacética que incluye la escultura, la fotografía, el collage y proyectos en los que busca reflexionar sobre el proceso artístico y que cuenta en su haber con importantes premios, como el CGAC de Investigación e Ensaio sobre sobre Arte Contemporánea. Títulos de alguna de sus exposiciones, como ‘Fragmentos de una obra inacabada’, ‘Todo aquello que sucede y sin embargo no es’, ‘La duda es el único estado posible’, revelan que su trabajo es una continua indagación sobre la naturaleza del arte y sobre los muchos aspectos escondidos que atesora.


Esta muestra actual lleva por título ‘Tan sólo es una mancha’, lo que alude claramente a la ambigüedad formal de la representación, cuando, como en este caso, lo que priman son las abstracciones informales de gestos, chorreos y trazos libres, con ciertas concomitancias con el Suprematismo de Malevich o con aspectos del Informalismo y la Action painting. Manchas y trazos gestuales se desparraman sobre el soporte, lienzo o tabla, creando sugerencias de terrosos ámbitos, de difuminados paisajes o, en un caso concreto, de una espesa y verde fronda, en la que es posible perderse; de este modo, nos lleva más allá de la realidad visual ordinaria y a sus clichés y nos abre a las innúmeras posibilidades del arte y a su red de incitaciones que dependerán de la sensibilidad del espectador. La mancha, al tener configuraciones indefinidas, adquiere un valor polisémico y puede ser leía de muchas maneras, puede llevarnos a sombríos ámbitos o territorios oscuros o sumergirnos en inquietantes sucesos de nuestra psique, en esos  incontestables y extraños sucedidos que no se pueden definir, porque no encajan en nada de lo conocido: lo que “sucede y no es”, como reza el título citado más arriba.


Rosendo Cid tiene algo o mucho de filósofo platónico inmerso en su cueva de sombras, o sea, en las manchas que desdibujan la realidad y que, de algún modo, puede ser asimilado a la línea del tachismo. De este modo, nos lleva a ver más allá de la apariencia y se aproxima a aspectos del expresionismo abstracto. Una excepción son tres pequeños cuadritos que representan paisajes de mar, también hay una estilizada escultura hecha con maderas recicladas.


‘Tan sólo es una mancha’ pone el acento en  aquello que Vasari denominaba “pintura de manchas”, que es aquella que hace surgir la forma del color; pero, en este caso, el artista quiere dejar claro que en su obra no hay formas reconocibles, que lo que importa es la impresión, el pálpito que nace del gesto al derramar la pintura sobre el lienzo o el trazo del pincel o, lo que es lo mismo, el acto de emborronar. La mancha es  algo que brota del inconsciente y no se somete a reglas, es una abstracción cuyos sinónimos son, entre otros, –según dice el mismo Rosendo– los nombres de idealización, reflexión, inmersión o meditación. y tal vez  es así  como surge el arte.

Rosendo Cid, en la galería Nordés

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