En Sánchez siempre cabe una infamia más

Desde que Pedro Sánchez llegó al poder los españoles nos hemos acostumbrado de tal manera a la mentira, el engaño, la farsa, el violar la palabra dada y retorcer hasta estrangular ley y verdad, que hemos normalizado y, por parte de algunos hasta jaleado como virtud política lo que no es otra cosa que iniquidad e infamia con tal de mantenerse en el poder.


Aquello de las “líneas rojas” que nunca se iban a traspasar ha sido tan de continuo pisoteado y orinado que ya no vale ni siquiera como metáfora ni recordatorio. La lista desde su no pacto con Podemos y los separatistas hasta su con Bildu “nunca, nunca y se lo repito 20 veces” ha concluido en lo que bien conocemos pero ante lo que buena parte de la población, sus votantes, están tan anestesiados que no parece posible esperar de ellos ninguna reacción.


Ni siquiera con infamias como la última cometida estos pasados días de pactar la Ley de Seguridad Ciudadana con los herederos de ETA. Sí, con quienes un día fueron cómplices y en casos autores (más de uno han ido en sus listas) de aquellos crímenes y asesinatos con lo que durante largos años sembraron el terror y la muerte a España. Sí, con los albaceas políticos de quienes asesinaron a sus propios compañeros y después incluso profanaron su memoria y sus tumbas.


A ellos entrega la co-redacción de una ley, ya pactada y por ellos jaleada con comprensible orgullo que bien podía bautizarse como la Ley Etarra de Seguridad Nacional. Una verdadera infamia y una traición a la sangre derramada, a la memoria de las víctimas y a la dignidad de todo un pueblo español que resistió y con esas Fuerzas de Seguridad, a las que ahora quieren dejar indefensas y engrilletadas consiguió derrotar.


Fue Zapatero ¿quién si no?, el autor de una primera e infame caballada. La de dictar a un Tribunal Constitucional nombrado por él, que desautorizara al Tribunal Supremo y rectificara su decisión de que para que Bildu se pudiera presentar a las elecciones habría de pasar los necesarios filtros democráticos y dar prueba fehaciente de su condena de los actos criminales de la organización terrorista.


Aquello fue el principio. Hoy quien se ha encollerado con él la ha consumado de manera atroz. Ahora son los verdugos quienes dictan las leyes y jalean a los asesinos como héroes y son las víctimas y sus familias quienes sufren el desprecio cuando no la amenaza y se pretenderá que deben de avergonzarse por haber muerto o ser heridos y exiliados al defender la Democracia y la Constitución.


La victoria sobre ETA, que el uno, ZP, se apunta de manera falaz, la han convertido entre ambos en una derrota no solo de quienes la consiguieron sino de nuestro propio Estado de Derecho.


Y esto no parará aquí. A Sánchez y Zapatero siempre les cabe, otra cosa no puede esperarse de ellos, una infamia más que supere a la anterior. La próxima ya está al caer. Más de cuarenta etarras entre ellos sus más despiadados y fanatizados pistoleros, encabezados por Txapote no tardarán en salir en libertad. Está al caer.

En Sánchez siempre cabe una infamia más

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