En el marco de la Operación Arantes, desarrollada por el EDOA (Equipo de Delincuencia Organizada y Antidroga) de la Comandancia de la Guardia Civil de A Coruña, se procedió a la detención de cuatro personas afincadas en las localidades coruñesas de Boiro y A Pobra, por la comisión de los supuestos delitos de tráfico de drogas e integración en grupo criminal. El Instituto armado señala que desde hace tiempo, el análisis de distintos indicadores apuntaban hacia un incremento en el tráfico de drogas (principalmente cocaína) por vía marítima, que las organizaciones conseguían introducir en la península utilizando embarcaciones ligeras, de alta velocidad con las que acudían a unas determinadas coordenadas, fijadas de antemano, en las que desde un barco nodriza se traspasaba la droga a la “narcolancha” que luego se dirigía a tierra, arribando en alguna de las muchas playas o calas existentes en la costa gallega en la que poder realizar la descarga de la mercancía con la debida seguridad para evitar su detección.
Para hacer frente a esta situación, la Guardia Civil trató de identificar y controlar a los individuos que podrían ofrecer sus servicios a este tipo de organizaciones criminales, como patrones de embarcaciones de alta velocidad, contratados para realizar las funciones de “lancheros”.
Advierte que uno de los grupos más conocido en la zona de O Barbanza por su relación con el tráfico de drogas era el conocido como clan de “los Fanchos”, que saltó a la palestra a finales del mes de mayo, cuando uno de sus miembros, con antecedentes por tráfico de drogas, se adentró con su embarcación en el mar, a pesar de que la predicción meteorológica anunciaba muy malas condiciones para las horas siguientes, y permaneció navegando durante 30 horas.
En aquella ocasión, la duración del viaje se alargó más de lo previsto, lo cual unido al mal estado de la mar hizo pensar a sus familiares que se había producido un fatal desenlace. Ello les llevó a presentar denuncia por su desaparición, activándose desde ese momento un dispositivo de búsqueda. Horas más tarde, la embarcación regresó y tomó tierra en el puerto de O Pindo. Para sorpresa de sus tripulantes, los investigadores se encontraban esperándoles a su llegada, pudiendo comprobar que la embarcación era ocupada además de por dos integrantes del citado clan, por un ciudadano de origen búlgaro.
Aunque en ese momento no se encontraba cargada, distintos factores hicieron creer a los efectivos de la Guardia Civil que el motivo de tan arriesgado viaje solo podía haber sido la realización de una descarga que por causas desconocidas habría resultado fallida. Por una parte, los tripulantes no llevaban consigo material de pesca alguno, pese a argumentar que ese había sido el motivo de su salida, por otra, fue hallado un doble fondo en la embarcación en el cual se podrían transportar de forma oculta grandes cantidades de droga, y por último, respecto al ciudadano búlgaro, se consideró que su presencia se justificaba por hacer las funciones de “notario”, como se conoce en el argot a la persona que, representando a la organización propietaria de la mercancía, comprueba que el trabajo se realiza según los términos acordados.
Durante los meses sucesivos, la Guardia Civil centró su investigación sobre los miembros del clan que, sospechando que los investigadores los habían colocado en el punto de mira, decidieron subcontratar a dos individuos de Boiro, que atesoraban una amplia experiencia en la mar, para que fueran ellos quienes realizasen las próximas “descargas”. Durante varios meses se comprobó que los investigados hacían uso de varias embarcaciones de alta velocidad, las cuales dejaban amarradas en distintos puertos de la Ría de Arousa para dificultar que pudiesen vincularlos con ellas.
Los investigadores descubrieron que las reuniones mantenidas entre los sospechosos se desarrollaban siempre extremando las medidas de seguridad aprovechando las circunstancias de tiempo y lugar para evitar ser vistos mientras permanecían juntos.
Según refiere la Benemérita, la vertiginosa actividad que demostraban en la mar contrastaba con la vida aparentemente normal y monótona, sin excesos, con la que pretendían pasar desapercibidos a los investigadores y resto de la sociedad. El pasado día 14 de noviembre, dos de los investigados abandonaron la ría a bordo de una de sus embarcaciones, intentando aparentar normalidad. Pero la lancha se adentraba en la mar, lo que hizo pensar a los miembros del EDOA que el motivo de la salida podría ser la recepción de alguna cantidad de droga. Por ello, se montó un dispositivo en coordinación con el Servicio Marítimo Provincial de la Comandancia de A Coruña, para detectar la llegada de la embarcación, lo cual se produjo pocas horas después, cuando fue vista entrando en la ría en dirección a la playa de A Corna e Insuela, en Palmeira (Ribeira) . En dicho lugar, otro de los integrantes del clan les esperaba, acercándose hasta la orilla a su llegada, para poder alcanzar la mochila que desde la embarcación le arrojaron y procedió a esconder en el monte próximo.
Ante la sospecha de que la mochila contuviese algún tipo de sustancia estupefaciente se procedió a la identificación del individuo y registro del lugar hasta que se consiguió dar con el escondite de la mochila y comprobar que contenía unos 18 kilos de cocaína, como ya adelantó este periódico. Los ocupantes de la embarcación no contaban con que a su llegada al puerto de Vilagarcía, en donde pretendían amarrar la lancha, varios guardias civiles les estarían esperando, procediendo a su detención. Posteriormente se realizaron registros en sus domicilios y en la embarcación, siendo aprehendidos sofisticados medios de comunicación satelitales, que supuestamente utilizarían durante la singladura para contactar con los tripulantes del buque nodriza u otros miembros de la organización en tierra. Ante la posibilidad de que hubiesen fondeado alguna otra partida de droga antes de su llegada a la costa, los buceadores del GEAS con base en A Coruña inspeccionaron varias zonas por las que había navegado la embarcación a su regreso, sin haber encontrado nada más.
A raíz de esta investigación la Guardia Civil considera desarticulado un grupo criminal tremendamente activo, con contactos y reconocido prestigio entre las organizaciones dedicadas al tráfico de cocaína a gran escala, y con la capacidad e infraestructura necesarias para introducir en las costas gallegas importantes cantidades de esta sustancia. Las diligencias instruidas, detenidos y efectos incautados fueron puestos a disposición del Juzgado de Instrucción Número 1 de Ribeira, cuyo titular acordó su ingreso en prisión.