El horario de invierno que comenzó el pasado mes de octubre finaliza esta noche, de forma que a las 02:00 de la madrugada habrá que adelantar los relojes una hora, hasta las 03.00, según lo establece una controvertida directiva europea que deben cumplir todos los Estados miembro.
A partir de este domingo, amanecerá mas tarde y las tardes serán más largas porque se ganará una hora más de luz.
El cambio horario para adaptar las actividades cotidianas a las horas de luz natural se produce en los Estados de la Unión Europea cada marzo y octubre, cuando según indica la directiva 2000/84/CE hay que adelantar y retrasar (respectivamente) las manecillas del reloj una hora.
Aunque la motivación inicial de esta medida es ahorrar energía, la directiva ha sido muy criticada tanto por parte de la ciudadanía europea -que en una consulta de 2018 se mostró en un 80 % a favor de terminar con el cambio horario- como por los expertos y ecologistas.
Rodrigo Irurzun, consultor especialista en energía y miembro de Ecologistas en Acción, cuestiona el efecto que el cambio horario tiene en la práctica, que considera "difícil de medir" pero estima en todo caso "muy marginal", según los pocos estudios publicados al respecto.
Irurzun arguye que la falta de estudios claros se debe en parte a que para conocer el impacto de esta medida habría que hacer una prueba que permitiese comparar el consumo energético "en el mismo año, con las mismas condiciones, con cambios y sin cambios horarios", algo que es imposible.
La política "podía tener sentido hace décadas", indica el experto, "porque lo que se intenta es que las horas de luz se adecuen a nuestros horarios, sobre todo en el trabajo".
Hoy en día, sin embargo, argumenta que "muchos sistemas de alumbrado público, incluso de iluminación interior de edificios, tienen sensores de luminosidad", mientras que muchos comercios permanecen iluminados independientemente de la luz natural, por lo que variar una hora más o menos "no influye mucho".
En paralelo, algunos estudios apuntan que el cambio horario tiene un impacto negativo en la salud de las personas, así como en la conciliación, como han denunciado de manera reiterada desde ARHOE-Comisión Nacional para la Racionalización de Horarios Españoles.
Mientras, los ecologistas critican que la política pueda "desviar el foco de los derroches que se producen en muchísimas actividades, en el estilo de vida y de consumo y en la propia producción y transporte de energía", que además contribuyen a la crisis climática.
"Por supuesto que hay que evitar muchísimos derroches, hay que apostar por la eficiencia, pero los esfuerzos que hay que hacer son muy superiores a este supuesto ahorro", precisa Irurzun, que considera que conformarse con el cambio horario y no apostar por medidas más contundentes es hacer "trampas al solitario".